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Cosecha amarga (Bitter Harvest) (*1/2)

20 junio 2017

Durante la represión de Stalin, que llevó a la muerte de millones de ucranianos, el primogénito de una familia de guerreros cosacos intenta salvar del holocausto a su novia, una mujer por la que se siente atraído desde pequeño y cuyo enlace fue abortada por circunstancias dramáticas. En el horizonte, Norteamérica, la tierra prometida.

No acertábamos a explicar a ciencia cierta la relación entre Ucrania y Canadá. Resultaba prácticamente un enigma que el país norteamericano produjera una película sobre el holocausto ucraniano. Aportaba pistas el hecho de que su responsable, George Mandeluk, un veterano de la realización televisiva en América del Norte, sea un cineasta canadiense, aunque nacido en Alemania y descendiente de una familia de una familia de Ucrania que, suponemos, consiguió huir la persecución moscovita y que ha podido aportar algunos datos biográficos a la historia.

No fue hasta 1991, cuando tuvo lugar la disgregación de la URSS, que el Gobierno ruso reconoció, aunque sin alharacas, el genocidio ucraniano, que derivó en más de diez millones de muertos por hambruna. La relación entre Moscú y Kiev no ha sido casi nunca amigable desde antiguo. La gran reserva de grano, el petróleo y la salida al mar de los oleoductos han constituido siempre oel bjeto de deseo de sus vecinos, y lo sigue siendo hoy en día. Los zares anexionaron ese territorio cuyos habitantes, de alguna manera siguieron conservando una cierta independencia. Con la muerte de Lenin, y la llegada al poder de Iósif Stalin – Gary Oliver-, el Gobierno bolchevique necesitaba grano con el que alimentar a sus fieles comunistas. Por eso, el propio Stalin ordenó exprimir en lo posible a los ucranianos, contrarios a la forma de ver el mundo del dirigente.

Aun así, no pudo evitar que hubiese ciertos grupos de resistencia que llevaban a cabo emboscadas o pequeñas acciones militares en pos de seguir  con sus anhelos de independencia. Yuri –Max Irons- es el descendiente de una familia de guerreros cosacos que tiene a su abuelo Iván –Terence Stamp- como adalid. Pero él quiere ser artista y le gustaría estudiar artes plásticas en Kiev, lo que evita debido a su amor por Natalka –Samantha Barks-, con quien desea casarse desde que eran niños. Cuando el enlace está preparado, las huestes bolcheviques, encabezadas por Serhiy –Tamer Hassan-, un oficial sin escrúpulos, que cumple a rajatabla las órdenes del Kremlin, deja malherida a la madre de la novia y la boda se suspende.

La acción se desarrolla en una pequeña localidad de los alrededores de Smila, poblada por campesinos. Para hacerse con todo el grano y la riqueza del lugar, Stalin ordenó el genocidio a través de la  hambruna, un hecho histórico conocido como Holodomor. Los habitantes de la región eran pasados por las armas o trasladados a Siberia, de donde se fugó el protagonista para, emulando al doctor Zhivago, reunirse con el amor de su vida. Un niño, Lubko –Jack Hollington-, que le ayudará en su periplo, ocupará el lugar en su corazón del hijo que ha perdido Natalka.

La relación de estos personajes con Canadá la descubrimos merced a un recorte de periódico. El rotativo informaba que el Gobierno norteamericano ofrecía una determinada cantidad de terreno a los colonos que se establecieran en el país. De esta forma, se convierte en una especie de tierra prometida. El anhelo de huir de la represión y la muerte segura en busca de un futuro que nunca podía ser peor que el presente. Solo lo consiguieron unos pocos, y siempre buscando una salida a través del río Dniéper.

El Holodomor merecía un relato que contase al mundo uno de los diez casos de genocidio reconocidos internacionalmente, aunque no ha gozado de la popularidad del resto. Había que contar la historia y un holocausto que produjo más de diez millones de muertos, pero esa trágica circunstancia histórica merecía otra película, con unos personajes mejor dibujados y un guion mucho más sólido. El objetivo de la denuncia queda empequeñecido por un romance convencional que determina el hecho de que todos los vértices del film se cuenten de forma demasiado esquemática. Nos quedamos con ganas de una mayor exhibición de los cosacos a lomos de sus caballos, y entendemos que las torturas, fusilamientos, o tiros de gracias se cuelan tan de pasada como el resto de las propuestas.

From → Cine

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