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Un tango más (***)

29 agosto 2017

Durante casi medio siglo la pareja formada por Juan Carlos Copes y María Nieves Rego fueron considerados el mejor dúo de bailarines de tango. Crearon un estilo propio y llegaron a triunfar en Broadway. Se conocieron siendo adolescentes, formalizaron su matrimonio y continuaron bailando bastantes años después de su divorcio.

El cine argentino ha respaldado en los últimos meses diversos documentales que sirven para difundir al mundo su estilo de vida, sus costumbres y sus arraigos. Este verano, después de Todo sobre el asado llega Un tango más, que tiene como referentes a la pareja de bailarines más famosa del género, la compuesta por Juan Carlos Copes y María Nieves Rego. Con el respaldo del cineasta germano Wim Wenders, este proyecto se debe a Germán Kral, que estudió en Alemania y pasa su vida a caballo entre este país y el de su nacimiento. Anteriormente, había incursionado en el género con El último aplauso -2009-, que versaba sobre los cantores del bar El Chino.

La propuesta de Kral es sumamente interesante desde el punto de vista técnico, con una fotografía notable a cargo de John Heim y Félix Monti, así como una aportación musical distinguida en la que el género parece renovarse instrumentalmente gracias a Luis Borda,  Sexteto Mayor y Gerd Baumann. Coreográficamente se muestran momentos muy álgidos y el recurso truculento de utilizar a otros bailarines para encarnar a los protagonistas a diferentes edades resulta mucho más lúcido que en otros casos, donde parecen simples rellenos.

Sin embargo, hay varios aspectos en este documental que invitan a pensar que podría ser presuntamente mejorable dentro de una calidad contrastada. Comenzamos por el título. Juan Carlos y María Nieves constituyeron una famosa pareja de baile que se mantuvo unida profesionalmente durante cuarenta y siete años. Tras su separación, el varón siguió apareciendo en público en compañía de su hija Johana. Se invita a pensar en una nueva demostración de su arte, al menos durante una canción, pero no es así. Las diferencias son irreconciliables. Tras sus esponsales, Juan Carlos no estaba a gusto en el matrimonio. Según cuenta ante las cámaras, ella repetiría toda su vida si volviera a nacer excepto su compromiso con él.

El contenido también nos sorprende. La propuesta se centra más en la vida de ambos bailarines, con especial dedicación a ella. Mucho más que en su baile. Hablan de cómo se conocieron, cuando en Buenos Aires proliferaban las milongas, o lugares públicos en los que se bailaba el tanto. Tenían 17 y 14 años, respectivamente. No tardaron en ganar un concurso y cuando aquellos salones bonaerenses fueron sustituidos por polideportivos u otro tipo de negocios, Juan Carlos decidió tirar hacia adelante y lucir su baile del tango en todos los rincones. Llegaron a bailar en Broadway y tras una gira por Japón la segunda esposa de Juan Carlos le dio a elegir entre regresar a casa o seguir bailando con su pareja.

La puesta en escena recrea los mejores momentos de ambos protagonistas, pero las grabaciones que se tienen de ellos son escasas a tenor de lo ofrecido. Apenas media docena de números cuyos huecos se recrean por bailarines que los encarnan a distintas edades con la ayuda de la coreógrafa Melina Brutman. La propuesta es como si un grupo de gente joven, tal y como si fueran estudiantes de cine en su trabajo fin de carrera, entrevistase a Juan Carlos y María Nieves para confeccionar un documental. Sirve para mantener el hilo de acción y demostrar que todos tenemos una historia que contar. Ella lo explica muy bien en un taxi cuando afirma que recuerda los momentos tristes y los recuerda con satisfacción ya que le sirvieron para ser ella misma.

Ese modelo por el que apuesta Kral nos hurta de algunos fragmentos de la coreografía que ha llegado hasta nosotros en mejor estado, la de su actuación en Japón, cuando María habló por primera vez en público. Se pasa casi de soslayo por su acogida en Broadway y se obvian algunos pasajes determinantes, como los números favoritos de los protagonistas y la identificación algunos de los músicos de su época, principalmente Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo y Astor Piazzola.

María era muy liviana y Juan Carlos algo lento, pero un magnífico coreógrafo. Crearon el estilo Copes, que se cita en el documental pero no se explica en qué consiste, y también otros números de difícil y bella ejecución. A este respecto, se hace hincapié en el baile que llevaban a cabo sobre una mesa en la que efectuaban el doble gancho, uno de los aspectos más reconocibles de esta pareja irrepetible profesionalmente. Hay amor en el tratamiento de María y cierto desdén en el de Juan Carlos. Ambos, sin embargo, nunca renunciaron a su profesionalidad. Si bien, en los primeros tiempos, su mirada mientras bailaban era de pasión y posteriormente desviaban sus ojos para no cruzar su camino. Una bella historia y un apasionado documental con visos de que podría haber sido muy mejorado como tal.

From → Cine

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