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Mal genio (Le redoutable) (***)

13 octubre 2017

Durante el rodaje de La chinoise, el cineasta Jean-Luc Godard se enamoró de una estudiante de filosofía de apenas veinte años que tenía un pequeño papel en el film. Esta propuesta narra la historia de este amor disfuncional, manejado a contra corriente, y afectado por el Mayo del 68 y el acercamiento del autor cinematográfico a las posturas maoístas.

Salí satisfecho de la proyección de esta película, pero a medida que la recordaba me asaltaron ciertas dudas que iban en aumento, aparte de algunas secuencias evidentemente redundantes. Comencé por poner en tela de juicio la radiografía que se hace del personaje central, el cineasta Jean-Luc Godard y también la presunción del responsable del film, Michel Hazanavicius, capaz de asombrarnos con la oscarizada The Artist y de firmar productos tan lamentables como Los infieles. En un punto no había discusión: el formidable trabajo de su protagonista, Louis Garrell, metido a conciencia en la piel de su personaje.

La cinta se centra en dos años de la década de los sesenta, cuando Godard dejaba atrás su unión con Ana Karina y estrenaba La chinoise. Durante el rodaje se enamoró de una actriz de apenas veinte años, Anne Wiazemsky –Stacy Martin-, estudiante de filosofía y autora del relato literario en que se basa esta puesta en escena. La controversia generada con la película y la realidad del Mayo francés generaron una postura radical en el cineasta que llevó hasta sus últimas consecuencias. Llegó a enfrentarse con sus mejores amigos y a despreciar su propio trabajo ante personalidades de la talla de Bernardo Bertolucci –Guido Caprino-.

Jean-Luc y Anne mantenían una buena relación con Michèle Rosier –Bérénice Bejo- y Bamban –Micha Lescot-, así como con el crítico y cineasta Michel Cournot –Grégory Gadebois-, pero cuando la administración china desprecia su última película, Godard se vuelve cada día más radical. Se deja ver en las manifestaciones de obreros y estudiantes, afirma que el cine como tal ha muerto y que solo tiene sentido la revolución. Quiere ser la revolución y que ésta sea él. Es abucheado en la Universidad por sus declaraciones, cada día se aparta más de su esposa, y se autoconvence de que el cine ha muerto. El creador de Al final de la escapada, Alphaville, o Banda aparte renunciaba de su propia esencia, la que le había llevado a la cabeza de la Nouvelle Vague.

Anne rompe con él definitivamente tras participar en el rodaje de El semen del hombre, a las órdenes de Marco Ferreri –Emmanuele Alti-. Normalmente, cuando una parte escribe lo sucedido entre dos personas, suele resultar parcial, o se deja puntos importantes en el tintero. Por eso entendemos que la radiografía de Godard está inclinada o resulta demasiado superficial. Junto a otros directores de su generación, llegó a detener el Festival de Cannes, pero su afección revolucionaria no le impedía vivir como un burgués. Aunque nunca había sido un personaje muy sociable, se convirtió en iconoclasta y excesivamente radical en sus intervenciones públicas, lo que afectó de forma determinante su entorno personal, al tiempo que estaba devorado por los celos.

Con una propuesta que apenas deja ver la trastienda, es un claro ejemplo de que los árboles no dejan ver el bosque. Si bien es redundante en las alharacas maoístas del personaje central, el momento histórico decisivo del Mayo del 68 se diluye, al igual que sus pensamientos cinematográficos anteriores a ese momento, o la propia relación con su esposa. No se indaga en lo tormentos vaivenes de la pareja y se olvida la influencia de la musa con respecto a artista.

El producto final deriva hacia la comedia. Tiene más relevancia la rotura frecuente de las gafas de Godard que sus pensamientos cinematográficos. Por cierto, no me imagino al cineasta morreándose con su compañera durante la proyección de un musical de Hollywood. En su vista a Cannes se alojó en casa del Nobel François Mauriac, autor preferido por Charles DeGaulle y uno de los referentes de la literatura católica de la segunda mitad del siglo XX.

La puesta en escena también ofrece claroscuros. Michel Hazanavicius se muestra eficiente, pero cuando se trata de arriesgar, el montaje desluce alguna de sus propuestas, como la imagen distorsionada de Godard, que apenas se aguanta a través de un cristal troquelado cuando debiera ofrecer la confusión tanto interna como externa del personaje. Se luce en exagerados planos desnudos de Stacy Martin que, dicho sea de paso, emerge bellísima por momentos, y nos hurta las diferencias cada vez más evidentes con su esposa. Ambos se muestran demasiado comprensivos, perdonando y lamentándose respectivamente las salidas de tono del autor cinematográfico.

Un cierto aspecto fatuo gravita durante toda la película que, sin embargo, se eleva gracias al humor que destila y a la habilidad de Hazanavicius para construir unos diálogos más que acertados. Otros detalles favorables emanan del original literario, como la frase repetida de principio a fin: Así es la vida dentro de Le Redoutable. No era sino un submarino, El Temible, cuya primera descripción se escucha a través de la radio. Si se ha pretendido concretar una historia claustrofóbica entre los miembros de una pareja, como sucede en el interior de ese tipo de navíos, nada más lejos de la realidad.

From → Cine

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