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Most beautiful Island (**1/2)

8 enero 2018

La perversión del sueño americano

Luciana es una emigrante española en Nueva York que sobrevive a base de trabajos basura que apenas le dan para pagar el alquiler. Una conocida con la que comparte vivencias le ofrece que asista a una fiesta por la que pagan al menos dos mil dólares. No le da más detalles, pero nadie ofrece esa cantidad a cambio de nada.

La revista Variety incluyó entre los jóvenes cineastas españolas a seguir en el futuro a la responsable y protagonista de este film, Ana Asensio. Esta madrileña nacida en 1981 está asentada en Estados Unidos después de haber vivido una serie de experiencias como emigrante española en Nueva York, algunas de las cuales le sirvieron para escribir el guion de este film, su primer trabajo como directora, que se alzó con el premio máximo en el festival South by Southwest (SXSW) de Austin.

A través de este relato de poco más de hora y cuarto se nos ofrece una visión del Nueva York más marginal, de ese que rara vez se muestra en el cine. La puesta en escena está llena de metáforas aunque sus méritos se diluyen por la evidencia de un escaso presupuesto en la que su responsable invirtió sus ahorros. Ella es la estrella, tanto delante como detrás de la cámara. Desde uno y otro lado muestra su vida interior y las miserias de la inmigración más sórdida, en la que hay que afrontar oficios denigrantes o a contrapelo.

La primera secuencia nos muestra a mujeres desplazándose por la Gran Manzana. Todas ellas jóvenes y con apariencia de inmigrantes. Hasta que la cámara se detiene en Luciana, una española que se fue a Nueva York sin papeles tras la muerte de su bebé. No tiene saldo para hablar por teléfono con su madre ni la cantidad suficiente como para pagar al día siguiente el alquiler. Sus únicos ingresos provienen de que algunos días, cuando se lo pidan, lleve a una pareja de críos desde el colegio hasta su casa. También de repartir publicidad por la calle, aunque sea disfrazada de pollo con un atuendo chabacano, junto a Olga –Natasha Romanova-, que ha llegado de Rusia igual que ella, con una mano delante y otra atrás.

En el apartamento que se verá forzada a dejar toma un último baño. Quita un parche en la pared y surgen de ella decenas de cucarachas. Nos advierte de la miseria de su vida, también del entorno y de lo que le espera a la mayoría de quienes quieren abrirse camino en un país que les reclama. Igualmente refleja su mundo interior, de lo que se cita en su mente en ese momento. Sueños rotos, al fin y al cabo. Porque Luciana está cansada de que no le llueven las oportunidades que necesita, pero las oportunidades son precisamente la razón de que este en Nueva York, la urbe donde todo es posible.

¿Realmente la vida nos da lo que nos merecemos? Olga le ofrece que asista a una fiesta por la que pagan entre dos mil y cuatro mil dólares. Solo tiene que ir ataviada con un elegante traje negro y zapatos de tacón. Puede ser la ocasión que la protagonista estaba esperando. No tiene nada que perder y mucho que ganar. Ha de dirigirse a un sótano, el inframundo, donde ella se encuentra en la tierra. Todo es lúgubre allí, con unos gorilas que marcan terreno y un grupo de mujeres jóvenes vestidas atractivamente de oscuro. Otra fémina –Caprice Benedetti- parece llevar el control entre esas jóvenes indefensas y un grupo de elegantes personajes de la alta sociedad, capaces de jugar grandes sumar de dinero por un juego de amor y muerte del que disfrutan como meros espectadores.

Una vez más, la dicotomía representada por un mundo de oropel y joyas y por la tragedia infortunada de quien no tiene más remedio que servir de cebo. Un Eyes whiye shut todavía más tenebroso porque el juego se lleva hasta sus últimas consecuencias, incluida la propia vida. ¿Cobayas humanas? Más bien partícipes de un horror que puede enmendar una situación que no puede ser más ínfima. A poca distancia de Wall Street o del puente de Brooklyn personas anónimas se entretienen y apuestan ante las macabras diversiones de un circo que busca el más difícil todavía.

Ana Asensio apuesta por una fotografía granulada, típica del cine que reflejaba la Nueva York de los 70. Su personaje es como el Joe Buck de Cowboy de medianoche. Llega a la Ciudad de Los Rascacielos dispuesto a comerse el mundo. Es un seductor. A Luciana ni siquiera se le permite eso. A uno y otra le rodean timadores de poca monta, que quieren sobrevivir a su costa, aun sabiendo que es pan para hoy y hambre para mañana. Son víctimas de un sistema que quiere, necesita y fagocita gente guapa. Y aun así no vales nada si no encuentras tu sitio. Si la oportunidad pasa de largo sin llamar a tu puerta.

From → Cine

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