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Juliet desnuda (Juliet Nacked) (**1/2)

31 diciembre 2018

Todo por un ídolo

Annie reside en Inglaterra y, de buenas a primeras, se encuentra viviendo con un norteamericano obsesionado por un cantante de un solo disco, Tucker Crowe, cuya leyenda se ha extendido en Internet. Cuando la pareja principal ha roto, el músico se presenta en Londres y mantiene un encuentro con la protagonista.

El núcleo central de este filme se basa en una obsesión. Hemos visto en la pantalla grande muchas propuestas de fans incontrolados que siguen los pasos de una estrella del cine o de la música ya desaparecida. También aquellos que se han retirado en pleno éxito o que no se sienten capaces de reeditar un primer éxito y entran en la depresión. A veces, simplemente se trata de una pesquisa utópica, como Buscando a Bobby Fisher. En este caso, el argumento se basa en una novela escrita por Nick Hornby y en él se persigue a un artista de escaso éxito y corto recorrido.

Se trata de una comedia romántica que tiene su punto más álgido en el trabajo de sus tres intérpretes principales. Su director, Jesse Peretz no le saca especial partido al adorable pueblecito pesquero británico en el que vive Annie Platt -Rose Byrne-. Es una bibliotecaria temporal, aunque todo hace pensar que su puesto de trabajo será definitivo. Su existencia transcurre sin sobresaltos, aunque mira con bastante desconfianza al futuro en el plano sentimental. No parece haber nadie con quien pueda confraternizar por los alrededores. Más difícil lo tiene su hermana Ros -Lily Brazier-, una lesbiana que, no obstante, consigue satisfacer su líbido mucho más de lo esperado.

Internet juega un papel importante en esta propuesta, toda vez que resulta definitivo para que la protagonista conozca a Duncan Thomson -Chris O’Dowd-, un norteamericano obsesionado con un cantante, Tucker Crowe, autor de un solo disco de larga duración que ni siquiera llegó a colocarse una sola semana entre los cincuenta primeros en la revista Billboard. Es uno de sus fans acérrimos y mantiene contacto con otros similares, lo que ayuda a fomentar leyendas urbanas en torno a la figura del cantante y compositor, del que se supone no tiene descendencia a no ser que hubiera fructificado su relación con una princesa nórdica.

Duncan y Annie terminan viviendo juntos en la pequeña localidad, donde él trabaja como profesor y tiene un cuarto convertido en una especie de altar dedicado a Tucker. Una vida satisfactoria, aunque monótona hasta que aparece una nueva profesora, Gina -Denise Gough-, que paulatinamente se acerca al norteamericano y rompe la estabilidad existente hasta entonces. El espectador se predispone contra él. Seguramente, porque el rostro de Annie expresa un sentimiento que nos llega a lo más profundo. Afortunadamente, cuando todo parece volatilizarse, aparece el mismísimo Tucker Crowe -Ethan Hawke-.

Entabla relación con la protagonista también por culpa de Internet. Resulta que se ha casado varias veces, tiene más descendencia de la prevista y viaja a Londres en compañía del pequeño Jackson -Azhy Robertson- para conocer a su primer nieto, el hijo de Lizzie -Ayoola Smart-. Tras citarse con Annie y producirse una serie de vicisitudes, Tucker termina visitando el pueblecito costero donde se desarrolla la mayor parte del filme en compañía de la dama principal. Llega entonces la pregunta clave: ¿Qué puede pasar si tu ídolo de siempre reaparece décadas después de la mano de tu ex, a la que hace poco que acabas de abandonar?

Probablemente, este sea el postulado más significativo de este largometraje, aunque se pierde en el contexto general porque se proporciona una cabida mucho más importante de lo previsto a las crónicas amorosas. Resulta difícil no estar al lado de Annie en toda esta aventura. Por eso, cuando aparece en escena el carismático Tucker y un actor de la talla de Ethan Hawke, ya sabemos que viene para quedarse. Otra cosa es que ella salga de una relación con un tipo desordenado y caiga en brazos de otro con similares características.

No se pueden constatar muchas sorpresas en esta producción que, no obstante, se ve con agrado. El guion está bien escrito y las relaciones de los personajes están suficientemente cohesionadas gracias a la labor interpretativa. Hay un homenaje a la música, con Nathan Larson como referencia, y la constatación de dos tipos inmaduros a pesar de su edad. Sobre todo, se referencia a esos creadores que triunfan y desaparecen, pero que tal vez tengan todavía mucho que ofrecer, especialmente a sus seguidores incondicionales, aunque a algunos llegue a dolerles debido a otras circunstancias.

From → Cine

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