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El reino (***1/2)

18 enero 2019

(No tan) Ficción política

Un vicesecretario autonómico está a punto de ascender en el organigrama del partido cuando su vida empieza a desmoronarse. Unas filtraciones le implican junto con Paco, uno de sus compañeros y mejores amigos. Ante la magnitud de las acusaciones, es expulsado de la formación pero está decidido a no caer solo.

Los acontecimientos, aunque pudieran asimilarse a uno en particular por centrarse en la Comunidad Valenciana, no se refieren a ningún partido político. Ciertamente, a la vista de los hechos que han salido a la luz en los últimos tiempos, podía ser cualquiera. Rodrigo Sorogoyen, que nos había sorprendido favorablemente con su anterior largometraje, Qué Dios nos perdone, se confirma como un experto cineasta a la hora de componer un thriller. La intriga política no es fácil de llevar a la pantalla, pero consigue un título de calidad e interés.

Unos cuantos políticos se dan un banquete por todo lo alto. La puesta en escena alterna un plano secuencia larguísimo con una conversación muy picada, casi mareante. En un determinado momento, Frías –José María Pou- el secretario autonómico del partido, y su segundo, Manuel Gómez Vidal –Antonio de la Torre- se encuentran el servicio de caballeros. Aquel le confirma como su inmediato sucesor. Se trata de un ascenso esperado y que viene a compensar la fortaleza de Gómez Vidal en sus enfrentamientos con Madrid, así como su fiel aportación al partido.

Tanto el protagonista como sus compañeros con sus respectivas parejas disfrutan de una vida cómoda y placentera. Buenas comilonas y relax en el yate de uno de ellos. La vida parece sonreírles hasta que a Manuel le informan de una filtración que se publicará al día siguiente y que le salpica de forma directa tanto a él como a su amigo Paco –Nacho Fresneda-. Desoyendo las órdenes de su partido, aquel se compromete a ayudar a su compañero, lo que le trae su desgracia como político. Mientras Paco es salvado, a él se le expulsa de la formación que lo tenía como un valioso puntal de futuro.

Su esposa Inés –Mónica López- comienza a titubear. Solamente su hija le apoya incondicionalmente, pero no así quienes habían sido sus jefes o sus más íntimos colaboradores, desde Cabrera –Luis Zahera- hasta Ceballos –Ana Wagener- la responsable en la capital, pasando por el propio Frías. Viendo que su situación es demasiado problemática, decide no caer solo y tirar de la manta. Una operación dilatada en el tiempo, basada en la especulación de terrenos, salpica a todo el partido, desde su comunidad, a la sede central.

Comienza una cruzada de imprevisibles consecuencias, porque si todo lo que puede mostrar sale a la luz, desencadenaría un terremoto político y social de dimensiones mayúsculas, ya que haría temblar todos los cimientos del país. No solamente su partido está implicado. También otras formaciones de la oposición e, incluso, grandes corporaciones. En su intento por recopilar cuantas más pruebas mejor, se desplaza hasta Andorra para allanar la caja fuerte de uno de sus ex compañeros, incluso provoca una reunión en uno de los despachos del partido para grabar subrepticiamente una serie conversaciones comprometedoras. En ese momento, teme por su vida e incluso atentan contra él.

Su salvación, en estos momentos, pasa dos por dos frentes. Por un lado, debe proporcionar en un plazo corto de tiempo, las pruebas suficientes de la corrupción en su partido a un nuevo directivo, Alvarado –Francisco Reyes-, que ha llegado con la vitola de regenerador. Al mismo tiempo, y para lavar su imagen pública, presentar en un programa de televisión las pruebas que incriminan a quienes fueron sus superiores y que demuestran que él tan solo era un peón en las operaciones fraudulentas. Para ello contacta con Amaia Martín –Barbara Lennie-, conductora de un programa de máxima audiencia.

El desarrollo no era fácil, puesto que Sorogoyen debía mover distintos personajes y bastantes datos. Además, su guion, coescrito con Isabel Peña, habitual en todas sus películas, mezcla oportunamente la acción con el drama personal. Sale siempre victorioso y alimenta una intriga que, en el actual momento sociopolítico, es tremendamente oportuna. Los actores sobresalen en sus cometidos, especialmente Antonio dela Torre, Luis Zahera y Ana Wagener.

El reino hace referencia a ese cortijo político que, por mor del triunfo en las urnas, parece que da derecho a hacer lo que a cada uno de sus responsables les venga en gana. La historia es contundente y no deja resquicios, al tiempo que la puesta en escena cuenta con momentos memorables, como una persecución nocturna en automóvil por una carretera secundaria y desértica. La música electrónica, probablemente tan incisiva como la narración, podría haberse dulcificado un tanto a la hora de ilustrar bacanales casi vergonzosas, corruptelas de primer orden y unos personajes inmorales que, desgraciadamente, abundan más de lo que quisiéramos. Una de las mejores películas españolas del año, tanto por lo que se cuenta como por la forma en que se cuenta.

From → Cine

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