Saltar al contenido

Vitoria, 3 de marzo (***)

3 May 2019

Sangre hacia la democracia

El tres de marzo de 1976 tuvo lugar en Vitoria una huelga general a consecuencia de la cual fallecieron cinco personas, amén de cientos de heridos. La actuación policial fue desproporcionada. Arrojaron bombas de humo al interior de una iglesia en la que tenía lugar una asamblea y dispararon pelotas de goma y fuego real.

El título de este filme nos advierte de un proyecto ambicioso. Nada menos que dramatizar el suceso más oscuro de la Transición española hacia la democracia. Murieron cinco personas a consecuencia de unos actos desproporcionados y hubo cientos de heridos. Nunca fue juzgado y parece que hubo un pacto no escrito para que fuese aparcado en una especie de nebulosa. Sin embargo, tuvo una importancia histórica decisiva en las relaciones laborales posteriores y en el relevo en la Presidencia de la nación.

Apoyándose en los archivos de la Agencia EFE y de Radio Televisión Española, Víctor Cabaco presenta a una familia implicada de lleno en los hechos que desembocaron en la amarga jornada del tres de marzo. Se trata de una ópera prima contundente, pero que defrauda en cierto modo. La revisión de esos hechos merecía un guion más consistente, con un rigor histórico mayor y una puesta en escena más acertada en la parte final, cuando la tragedia debería obligar a que nos revolviéramos en la butaca. No duele lo suficiente a tenor de la dureza que se pretende.

La familia del periodista José Luis –Alberto Berzal- es el epicentro de la historia. Su esposa Ana –Ruth Díaz- recibe comentarios aduladores de Eduardo –José Manuel Seda-, el hombre en quien confían los empresarios para frenar las inquietudes obreras de una mejora salarial y reducción de las horas semanales trabajadas. Tendrá que recurrir a él cuando el marido de Loli –Oti Manzano-, su asistenta, fuera encarcelado por ser uno de las activistas que encabezaban el movimiento de los huelguistas.

El personaje central es Begoña, la hija de José Luis, que significa el encuentro con una actriz de futuro, Amaia Aberasturi. Su novio, Mikel –Mikel Iglesias- es uno de los referentes del ala dura de los trabajadores. Lucha porque quiere un mundo más justo y en varias ocasiones tiene que salir por piernas ante la presión de las fuerzas del orden. Cuando Eduardo le muestra a José Luis las fotos de ambos, le conmina para que acepte el cargo de director para el Norte de una red de emisoras a cambio de la libertad de la chica.

El guion de Héctor Amado y Juan Ibarrondo se inicia con una asamblea en la que interviene Mikel y en la que encontramos a Begoña y, en un lugar más alejado, a su padre. También se presenta a Javi –Iñaki Ricarte-, un trabajador que aboga por posturas menos radicales. No se hace hincapié en que los hechos comenzaron en Forjas Alavesas y se extendieron posteriormente al resto del tejido empresarial de la ciudad. Tampoco advertimos demasiada precisión en la red de emisoras. Cuando todavía no estaban legalizados los sindicatos y la información era relativa únicamente a Radio Nacional, no se ciñe a la realidad,

La idea de los creadores del largometraje es mantenerse en una posición de cierta neutralidad aunque se carguen las tintas en la actuación policial, ciertamente desproporcionado. Sin embargo, se pasan por alto ciertos detalles, como el hecho de que los manifestantes también cruzaron ciertas líneas rojas. Por ejemplo, un cóctel molotov hirió de gravedad a un inspector de policía a las puertas de sus dependencias.

La mayor responsabilidad de los hechos se hace recaer en el Gobernador de la provincia –Asier Macazaga-, presionado desde Madrid. Incluso, el actor Pepe Penabade da vida al por entonces Ministro de la Gobernación, Manuel Fraga Iribarne. No se hace mención que el titular de esa cartera se encontraba el día de autos en Alemania para firmar un acuerdo bilateral, y que la responsabilidad recaía en su compañero de Gabinete al frente de la Secretaría General del Movimiento, Adolfo Suárez, posterior presidente del Gobierno.

Francisco Franco había fallecido pocos meses atrás y España se encaminaba decidida hacia la democracia. Sorprende la ausencia de ikurriñas en el relato, que ya se dejaron ver en el siguiente mes de julio durante las fiestas de La Blanca. A cambio, se reproducen conversaciones reales entre los miembros de las fuerzas de seguridad, así como imágenes del multitudinario entierro en la catedral vitoriana de los cinco fallecidos durante aquel miércoles negro.

Como película de ficción, funciona mejor que como documental dramatizado por todas las cuestiones anteriormente descritas, y alguna más que se podría añadir. Entre ellas, el hecho de que una familia con escasos emolumentos tenga personal de servicio cuando el ama de casa no tiene un trabajo declarado. En la construcción fílmica, el drama se eleva con las imágenes de lo sucedido en la iglesias de San Francisco de Asís, aunque la salida de los huelguistas del centro religioso podría haber dado de sí unas imágenes mucho más dramáticas y tenebrosas. Quizá se haya producido una duda entre la propuesta de ficción y lo sucedido realmente. De ello se resiente un film muy valioso en cuando a su iniciativa y la recuperación de unos hechos que, desde entonces, han quedado ilógicamente en el olvido.

From → Cine

Deja un comentario

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.