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La intervención (L’intervention) (***)

7 May 2019

Del despacho a la acción

Yibuti era la última colonia francesa en África. Un grupo rebelde secuestró un autobús escolar y ordenó poner rumbo a la frontera con Somalia. Fueron treinta horas de tensión en la que intervinieron fuerzas especiales, la legión y los gendarmes, pero también miembros del KGB y del ejército del país vecino.

Basada en hechos reales, la cinta nos transporta a 1976, un año antes de que Yibuti se estableciera como estado independiente. Paralelamente al clima de insurrección colonial, había una corriente muy marcada para que el país fuese integrado en Somalia. Un conflicto de intereses que suele ser habitual en los meses previos a la emancipación de un territorio. Hay que entender por tanto todas esas posiciones y también la de Francia, que tenía en esa zona africana a su última colonia y no quería verse inmersa en un posible problema que pusiera en entredicho su neutralidad y la limpieza en el traspaso de poderes.

Los acontecimientos se desbordaron cuando un grupo de rebeldes secuestró un autobús escolar con más de veinte niños a bordo para dirigirlo a la frontera con Somalia. Su intención era pasar al país vecino y utilizar a los críos como rehenes a cambio de las lógicas reivindicaciones; entre ellas, la libertad de los presos políticos. Las barreras fronterizas consiguieron que el vehículo se quedara en tierra de nadie, aunque a nadie se le escapaba que la situación era dramática.

En París se estimó que la legión no debería intervenir salvo que fuese estrictamente necesario. Se decidió enviar a un grupo de tiradores de élite al mando del capitán André Gerval -Alban Lenoir-. En un terreno inhóspito, jugándose la vida, consigue formalizar una estrategia, que pasa por un disparo al unísono para abatir a los secuestradores. Para ello debían contar con la presencia de los colegiales y la de su maestra, Jane Andersen -Olga Kurylenko-, quien se prestó voluntaria ante Barkahd -Kevin Layne-, líder de los rebeldes, para confortar y atender a sus alumnos.

Fred Grivois desarrolla la acción en varios frentes, lo que unido a un metraje nada exigente conduce a que la película apenas ofrezca momentos valle al espectador. El thriller está presente en el secuestro y en la forma de resolverlo. Paralelamente, asistimos a los diferentes puntos de vista entre los políticos y quienes deben de afrontar la acción. Al estilo de lo que sucedía en Espías desde el cielo existe una dicotomía entre las posturas de unos y otros. En El Elíseo no quieren compromisos que afecten a la diplomacia, y así se lo trasmite Michèle Sampieri -Josiane Balasko- al responsable del ejército que asume el mando en Yibutu. Vincent Perez compone un Général Favrart tan estereotipado como convincente.

Hay otro aspecto importante en esa lucha contra reloj y que afecta a los componentes del comando. Aunque han sido preparados para ello, nunca han llevado a cabo una acción como la que preparan. Además, cada uno de ellos ofrece rasgos de una personalidad diferente. Así, Patrice Lorca -David Murgia- está deseando saber si su novia le aceptará la propuesta de matrimonio. Jean-Luc Larrain -Guillaume Labbé- es un tipo introvertido, que se contrapone a Georges Campére -Michaël Abiteboul-. El teniente Pierre Cazaneuve -Sébastien Lalanne- completa un conjunto que se convirtió en germen del Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional (GIGN).

El guion es eficiente, y aunque se detiene en todos los personajes no ralentiza la acción en ningún momento. Incluso, presenta la intervención extraoficial de otros países en el conflicto. Se supone que la KGB aparece en la zona somalí mientras que en la parte de Yibuti surge la figura de un observador, un hombre de la CIA llamado Phillip Shafer -Ben Cura-.

Quedan en el tintero algunos defectos leves, que pudieran ser más llamativos si el ritmo propuesto por Grivois fuese más lento o masticase más sus secuencias. Por ejemplo, que el protagonista, el capitán Gerval se enfunde el chaleco antibalas cuando la acción ha terminado, o que la maestra no le haga ascos a empuñar una pistola o sepa como actuar ante el lanzamiento de una granada sin referirse a experiencias previas.

Se nota una inclinación a la humanidad por parte de su responsable, aunque no por ello separe los buenos de los malos. Hay tragedia, pero también esperanza. Ante todo, emana en todo momento una sensación de realismo que, junto al acierto de la puesta en escena contribuye a un producto sólido que constituye una auténtica sorpresa.

El escenario es perfectamente creíble, así como los personajes y los actores. Los condicionantes de un clima seco y tórrido se hacen notar, al igual que el suelo árido, lo que determina buena parte de la acción. Sin duda, es fundamental que la película resulta creíble en todo momento. Combina con acierto la angustia con el thriller y los pasajes más íntimos relativos a las personalidades de cada uno de los caracteres principales. Se utilizan diversas transiciones que no por ser tradicionales resultan a veces bastante efectivas.

From → Cine

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