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El hijo (Brightburn) (***)

24 May 2019

Supermal

Un bebé extraterrestre llega a la Tierra. Cuando tiene doce años demuestra todo el mal que lleva dentro y se prepara para cumplir una misión: hacerse con el planeta. Los primeros en sufrir las consecuencias son una compañera de colegio, su madre y los familiares más allegados.

A veces, el género fantástico nos depara sorpresas agradables. Como en este caso que, partiendo de una premisa poco novedosa, muestra unos ribetes de originalidad inesperada. La historia de Brandon Breyer –Jackson A. Dunn- discurre paralela a la de Superman, pero es su antítesis. El lado más absolutamente perverso del Hombre de Acero. Como él, llegó a la Tierra procedente del espacio exterior. Fue recogido por un matrimonio de granjeros residente en Texas, le afecta su particular kryptonita y muestra una fuerza descomunal así como la propiedad de lanzar destructores rayos de fuego a través de sus ojos.

En la localidad de Brightburn, Tori y Kyle Breyer –Elizabeth Banks y David Denman- hacen el amor con la intención de conseguir un ansiado embarazo. Esa noche, un meteorito cae del cielo. Vemos imágenes familiares con un robusto bebé y diez años después conocemos a Brandon, que demuestra una inteligencia superior a la media, lo que llama la atención de una compañera de clase –Jennifer Holland- y de su tía, la psicóloga del centro escolar.

Los primeros detalles de su fuerza descomunal los advertimos cuando su padre le dice que siegue la yerba. Es capaz de mandar la segadora a decenas de metros y de detener sus hélices con la mano. El día de su duodécimo cumpleaños se produce el primer enfrentamiento con Kyle. Junto al reclamo que sobre él ejerce una extraña luz que sale del sótano del granero, Tori le informa de la verdad de su aparición. Hasta entonces, creía que era adoptado, pero la realidad es que llegó procedente del espacio exterior en una nave que es la que emite esa extraña luz. De un material desconocido, es el único que le puede producir heridas y la aparición de la consiguiente sangre.

La naturaleza maléfica del muchacho va en aumento y se pone de manifiesto con sus familiares así como con su compañera de clase y la madre de ésta –Meredith Hagner-. Cuando arremete contra ella asistimos a una de la secuencias más espectaculares. Se produce cuando un trozo de cristal se clava en su ojo izquierdo. Brandon recibe el encargo de hacerse con el planeta y se presenta como un súper héroe del lado oscuro. Cubre su rostro con una máscara, se viste con una capa y con esos atributos puede volar. También se desplaza a gran velocidad y emite unos poderosos rayos destructores que salen de sus ojos.

Es la antítesis de Superman, y dadas sus características hasta es posible que tenga secuelas cinematográficas. Bien con su empeño en causar el mal, enfrentándose a un alter ego que ayude a la Humanidad, o revirtiendo su situación. El caso es que su personaje se puede estirar y suponemos que el respaldo en taquilla será suficiente para conseguir que tenga un mayor recorrido en el celuloide.

La película apenas da respiro al espectador. Le mantiene en vilo aproximándose al terror psicológico. Tampoco desdeña ciertos aspectos de gore y el ambiente que propone el director David Yarovesky es más oscuro en nuestra mente que en la propuesta fílmica. Brandon Breyer, que nos deja un significativo símbolo de sus fechorías, es un carácter siniestro, aunque no por ello menos atractivo. Hay acierto en la elección del actor que lo encarna, aparentemente endeble y que en su intento de hacer el bien esconde una maldad infinita.

Yo quiero ser bueno, le dice a su comprensiva madre adoptiva. En su ceguera, Tori sostiene que sus actos exagerados son propios de la edad, de una pubertad emergente. Con todos esos ingredientes, aun a pesar de algunos defectos en el guion que no pasan de ser pecados veniales, El hijo se disfruta por mucho que su parte final sea menos interesante. El dinamismo de la acción mantiene el tono a falta de un mayor valor artístico. Ya sabíamos que no todos los súper héroes son buenos; sin embargo, desconocíamos hasta donde podría llegar este muchacho en apariencia inocente y todo lo contrario en la realidad.

Hasta su máscara y su traje, que recuerdan a los atuendos de los especialistas mexicanos de lucha libre, parecen fuera de tono. Nada más lejos de la realidad, puesto que no desentonan en absoluto. Ayuda a que el conjunto llegue a buen puerto la acertada partitura de Tim Williams. No se trata de una súper producción, y apenas se nota. Los efectos visuales, incluso los vuelos, son creíbles y las interpretaciones en general resultan más que correctas. Un acierto inesperado que abre nuevas vías de exploración en el género fantástico. Superman ya tiene una réplica que mantiene sus poderes para ejecutarlos de forma diametralmente opuesta. ¿Le seguirán otros?

From → Cine

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