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The Chain (*1/2)

27 May 2019

Muerte por muerte

Cuando descubre que tiene la misma enfermedad neurológica que su padre, Mike decide poner fin a su vida. En el transcurso de una terapia conoce a una mujer que le habla de un posible suicidio asistido. Para logar el objetivo que ansía debe ayudar a morir a otra persona con antelación.

Este tercer largometraje del salmantino David Martín Porras, que hasta ahora había rodado en Estados Unidos sus propuestas relacionadas con el thriller, tiene un interesante punto de partida. Un cirujano oftalmólogo está interesado en poner fin a su vida porque se le ha detectado prematuramente la misma enfermedad que padece su padre. Indefectiblemente, en poco tiempo se encontrará inmóvil y su carácter se volverá agresivo, aparte de no conocer a las personas que forman parte de su entorno.

Mike –John Patrick Amedori-, acompañado de su esposa Sarah –Madeline Zima- se traslada desde San Francisco a Los Ángeles a causa de la enfermedad de Michael –Ray Wise-, quien está al cargo de una clínica oftalmológica que, debido a su enfermedad, pasará a manos de su hijo mientras se confía en una posible recuperación. Sufre un mal neurológico que le impide prácticamente levantarse de la cama a la vez que muestra problemas cognitivos. Mike nunca quiso estudiar medicina. No tuvo más remedio que aceptar la decisión de su padre, aunque le hubiese gustado probar en el fútbol profesional.

Poco después de su llegada a la ciudad la doctora Ryan –Jamie Clayton- le confirma sus peores temores. También hay signos de la enfermedad en su cuerpo, lo que se pone de manifiesto por sus temblores y las dudas acerca del nombre de algunos personajes. Ella le recomienda seguir una terapia con Vilma –Dey Young- en la que intima con otra paciente, Piedad –Neus Asensi, quien fuera una top model española. Le habla de un  grupo llamado Tha Chain –La Cadena-, cuyos miembros tienen como finalidad ayudar a morir a quien lo desea, con la apariencia de un accidente. La única regla es que se debe asesinar a alguien para que otro cumpla tu deseo.

Piedad se compromete a que, si le ayuda a morir, quien debiera encargarse de matarla sea ahora el responsable de la desaparición del protagonista. Una propuesta intrigante que Martín  Porras construye con relativo acierto hasta que pretende ser demasiado original. Desea huir de las clásicas historias de tú la llevas para buscar nuevos caminos. Ahí es cuando se lía para desembocar en un final sorprendente que explica muchas de las situaciones, no todas, pero que se nos antoja extremadamente forzado.

Da la sensación de que el guion se ha escogido el camino más fácil, ese que para explicar lo menos razonable se recurre a sueños o locuras transitorias. Contrasta con las imágenes más que aceptables de la ciudad angelina y del ambiente que se propone desde el comienzo, muy correcto en lo que respecta al género del film. La intriga se aplica en varias direcciones. Tenemos al protagonista inmerso en una decisión que evite preocupación a su esposa por cuanto su padre muestra atisbos de mal trato con Emma –Adrienne Barbeau-, la madre de Mike.

Lo cierto es que nunca la trató bien y prueba de ello son los escarceos amorosos con Rebecca –Kim Johnston Ulrich-, que sigue desempeñando las mismas funciones con el hijo de su amante. Además, está la conexión con Piedad y su muerte, lo que lleva a sospechar de cualquier personaje como la persona que se encargará de asesinar al protagonista. Aparece un detective –Mykel Shannon Jenkins- y un investigador encargado por la compañía de seguros después de que la enfermedad del personaje central hubiera propiciado un error mayúsculo y punitivo con uno de sus pacientes.

El interés de la propuesta va decayendo paulatinamente por mucho que su responsable intente mantenerla a flote. Los personajes, excluyendo a los dos varones en los que se centra la acción, emergen como marionetas que aparecen y desaparecen a voluntad, especialmente sus dos esposas. Las secuencias rodadas en las colinas ofrecen planos que si no son iguales se antojan muy parecidos. Martín Porras debiera haber optado por modificar los escenarios en los encuentros entre Mike y la doctora Ryan. Se echa en falta un poco más de cintura para conseguir un mayor dinamismo.

Hay secuencias que tienen una explicación difícil si no fuera por la pirueta final. No deja de ser una trampa puesto que al espectador no se le dan pistas ni los flashbacks finales vienen a remendar todos los cabos sueltos. La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos y, en este caso, no se necesitaba una cabriola tan inmensa para querer huir de los convencionalismos y ser más extravagante.

From → Cine

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