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El secreto de las abejas (Tell it to the Bees) (**1/2)

18 junio 2019

Como la dulce miel

En una pequeña localidad escocesa, durante los años 50, una doctora inicia una relación íntima con otra mujer. Se trata de una madre soltera a la que conoció cuando trató a su hijo. La relación provoca el escándalo y la reacción del padre del chaval, quien está punto de desposarse con una vecina del lugar.

Todos los tiempos son difíciles, en especial para una madre soltera que se queda sin trabajo y con un aviso de desahucio. Sus familiares no pueden ayudarla demasiado y únicamente consigue salir a flote cuando se traslada a la casa de una doctora recién llegada y a la que precede su fama de haber tenido contactos íntimos con otra mujer. A comienzos de los años 50 del pasado siglo y en una pequeña localidad escocesa son aspectos muy significativos que juegan en su contra.

La novela de Fiona Shaw se centra en una relación lésbica tamizada por el comportamiento de las abejas. El hilo conductor es el pequeño Charlie -Gregor Selkirk-, que relaciona el comportamiento de estos insectos himenópteros con un acontecimiento sumamente importante de su existencia. Los entiende y casi maneja a voluntad. Menciona su importancia para la Humanidad y el guion se hace eco de las palabras de Albert Einstein, quien afirmó que, si algún día se extinguiesen las abejas, se pondría fin a la vida humana sobre nuestro planeta.

La cineasta Annabel Jankel se ha quitado el corsé de Rocky Morton y dirige por primera vez un largometraje en solitario. Es una propuesta hecha por mujeres y destinada especialmente para ellas. Exalta su libertad femenina y pretende desembocar en su independencia mientras que los hombres son figuras decorativas o representan el lado oscuro, como Robert Weekes -Emun Elliott-, el padre de Charlie, un tipo despreciable, acostumbrado a hacer su santa voluntad y que todos sigan su ritmo.

Un día que el joven protagonista tiene una pelea con otro chaval su tía Annie -Lauren Lyle- pretende ocultar su herida y lo conduce a la consulta de la doctora Jean Markham -Anna Paquin-. Acaba de regresa al pueblo, lugar de sus antepasados y vive en una imponente casa en las afueras donde posee varias colmenas que enseguida reclaman el interés de su paciente. Cuando Lydia -Holligay Grainger- pierde su trabajo y su hogar termina instalándose con su hijo en la vivienda de Jean. Aunque ostenta el cargo de ama de llaves, comienzan las especulaciones. Los rumores afirman que la doctora vivió un romance con otra mujer y las dudas se mantienen por mucho que Charlie diga que la doctora es solamente su amiga, no la de su madre.

Es evidente lo que sucederá después. Annabel Jankel lo expone con un gusto exquisito, al socaire de las típicas producciones británicas que, cuando han de mirar al pasado, se lucen tanto con la fotografía como con los escenarios. Aunque no se trata de una propuesta que alardea con los exteriores, por cuanto hace un quiebro a las Highlands, tanto la vista de las calles escocesas como de la mansión en la que nace el romance se muestran al detalle. Buen trabajo de Bartosz Nazalek, que retrata siempre los colores naturales, aproximándose a los que suelen lucir la campiña británica.

La autora se toma con tranquilidad el núcleo central de la historia. No presenta el romance lésbico de manera acelerada. Lo va cocinando paulatinamente, aunque no quede claro como Lydia, a quien le gustan las fiestas y el baile, comienza a sentir un fuerte interés amoroso por la doctora. Se aparta del texto literario y se permite diversas licencias que van en aumento conforme llega un desenlace que a muchos les parecerá tan acertado como ilógico.

Jankel dulcifica el drama que al que tiende el argumento para edulcorarlo. Podríamos decir que es dulce como la miel. El aborto clandestino de Annie o el intento de violación que el padre de Charlie quiere acometer sobre Lydia elevan a cotas altas el dramatismo, pero Jane y el chico, por medio de las abejas, se encargan de aligerar esos graves momentos. Suena más a reivindicación que a venganza, como el resto de lo que sucede en la pantalla. Mantiene una línea ecléctica que no molesta y transcurre con la máxima suavidad para mantener un tono lineal de principio a fin, como si estuviese acotado por unos límites imaginarios e imposibles de traspasar.

From → Cine

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