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Serenity (*)

15 julio 2019

Ensayo frustrado

Un hombre de oscuro pasado vive en una paradisíaca isla del Caribe consiguiendo dinero a cambio de salir a la mar con su bote llevando turistas que ansían hacerse con grandes capturas. Su ex mujer entra en escena para solicitar ayuda para ella y el hijo que tienen en común.

La apalabra collage conlleva referirnos a uno de los grandes hallazgos de las artes plásticas durante el pasado siglo. Se trata de fotos recortadas sobre un mismo soporte en busca de una imagen sugerente común. En literatura un ensayo es una amalgama de diversos textos anteriores con miras a establecer una hipótesis o demostrar una tesis. Se puede tomar cualquiera de las dos opciones para referirnos a la primera película rodada en Estados Unidos por el británico Steven Knight. Otra cosa muy distinta es que el resultado sea el esperado.

Para llevar a cabo este proyecto se ha nutrido de un buen ramillete de profesionales. Su director de fotografía, Jess Hall, captura de forma admirable los amaneceres y las puestas de sol de Plymouth, más conocida como isla Drake, situada en el Caribe frente a Florida. La partitura de Benjamin SWallfish es más que correcta y el montaje de Laura Jennings resulta efectivo. Con respecto al reparto, como cuyos nombres principales veremos más adelante, ningún reproche.

Sin embargo, este thriller dramático hace aguas, muy al contrario que el bote de su protagonista, Kaber Dill –Matthew McConaughey-. Con ese nombre se instaló en la isla después de haber estado en primera línea de fuego en Irak, donde se le conocía por John Mason-. Como el capitán Ahab de Moby Dick, está obsesionado por una captura, un túnido de enormes dimensiones al que ha estado a punto de capturar en cuatro ocasiones durante el último año. La ofuscación por ese pez es tan grande que está empeñado hasta las cejas.

Pretende prescindir de los servicios de su primer oficial, Duke –Djimon Hounsou-, para que encuentre otro trabajo más rentable.  Es consciente de que sacrifica el posible dinero que pueda obtener contentando a los turistas, que quieren regresar con trofeos más o menos importantes, en aras de su sueño. Cuando las cosas van peor que mal, una mujer madura que apenas sale de su bungaló, Constance –Diane Lane- le ofrece dinero después de sus encuentros sexuales.

En la isla viven menos de seis mil habitantes y cualquier cosa que haga uno de ellos se conoce inmediatamente por toda la población. Que se lo pregunten a Reid Miller –Jeremy Strong-, el dueño del único bar/restaurante. La existencia rutinaria cambia cuando aparece en escena Karen –Anne Hathaway-, la ex del protagonista con quien tiene un hijo llamado Patrick –Rafael Sayegh-. Le pide ayuda para desembarazarse de su actual marido, Frank Zariakas –Jason Clarke-. Se trata de un maltratador bien conectado en los ambientes mafiosos de Miami.

Diez millones en dinero negro a cambio de que Frank se emborrachase, lo que es frecuente, y sea empujado al mar para que sea pasto de los tiburones. La historia nos podría recordar a otras producciones de intriga dramática donde la venganza, el amor y el sexo han sido denominadores comunes. Desde Cayo largo a Fuego en el cuerpo, por poner un  par de ejemplos. Sin embargo, en este caso no funcionan esos giros de guion que se esperan con ansia conforme se desarrolla la historia. La conexión psíquica entre Kaber Dill y su hijo resulta cosida con alfileres y más que sorprendernos, la traca final es tan absurda como el personaje trajeado que busca encontrarse con el protagonista y siempre llega tarde.

Había muchos mimbres para hacer una película muy interesante, pero el collage propuesto no pasa del caos, como si se hubieran soltado los fragmentos sin ton ni son esperando que el conjunto se convirtiese en arte por sí solo. Como ensayo tampoco se arregla ya que la hipótesis es descabellada y no hay una tesis que demostrar. ¿Qué fue el guionista de Promesas del Este o del director de Locke?

Otros aspectos del filme juegan también en su contra. Mientras el protagonista masculino luce con generosidad su anatomía, y afirma que se va a la ducha cuando en realidad se lanza al mar para bañarse desde un acantilado, las mujeres se muestran excesivamente recatadas. Diane Lane aparece siempre enfundada en unas túnicas de las que no se desprende ni cuando hace el amor. La Hathaway, ahora de rubia, no encuentra esa sensualidad de la que debiera hacer gala en una historia como esta. Echamos de menos esas mujeres fatales que se han encumbrado en la gran pantalla. Claro que la imaginación de un niño es posible que no llegue a esos límites.

From → Cine

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