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Quien me quiera que me siga (Qui m’aime me suive !) (*)

29 julio 2019

Se les pasó el arroz

Un matrimonio maduro, Gilbert y Simone, vive con nostalgia su jubilación en una pequeña localidad del sur de Francia. Cuando un vecino, amigo desde hace mucho tiempo y amante de Simone, decide marcharse a una residencia de lujo, ella huye de su hogar y su marido será capaz de cualquier cosa para recuperar su amor.

En ocasiones hay que distinguir entre lo que se cuenta y lo que se quiere contar. Eso es lo que sucede con esta puesta propuesta del francés de ascendencia española José Alcalá. Lo que nos ofrece a simple vista es un trío compuesto por un matrimonio maduro y un íntimo amigo que también es el amante de ella. Subyace en el trasfondo los rescoldos de la generación del 68 cuando el ambiente irradiaba libertad y se recuperaban los valores más significativos de la Revolución Francesa.

Con lo que se narra en la superficie se podría haber recurrido a una canción de Luis Eduardo Aute, Una de dos, cuando dice su estribillo: O me llevo a esa mujer o entre los tres nos organizamos, si puede ser. Al fin y al cabo, eso es lo que sucede con el matrimonio formado por Gilbert -Daniel Auteil- y Simone – Catherine Frot- y su íntimo amigo Etienne -Bernard Le Coq-. La historia es simple y apenas da para las estrofas referidas anteriormente. Tenemos que jugar a los detectives e indagar los motivos que desembocan en la situación que se relata en el film. Entonces nos damos cuenta de ese tiempo pasado ya perdido. Como revolucionarios, se les pasó el arroz a los tres. También da la sensación de que, por su edad, ocurre lo mismo con su triángulo amoroso.

Alcalá reservó para Daniel Auteil un personaje huraño, bastante retorcido y racista, lo que no concuerda demasiado con el espíritu del 68. No parece demasiado a gusto con el papel, aunque en los momentos de ternura brilla a su altura habitual. Es un jubilado que se entretiene con la compra y se vuelca con las zanahorias mientras su esposa y Etienne cabalgan juntos con nocturnidad y alevosía. Bernard Le Coq, con su coleta blanca al viento encana mucho mejor los valores de que hablábamos. Un tipo liberal que vive el momento. Ha vendido su propiedad para marcharse a una residencia de lujo dirigida por su sobrino.

Catherine Frot repite con el cineasta. La intérprete de Madame Marguerite cuenta con el rol mejor dibujado. Una mujer de espíritu libre que no se esconde cuando Etienne se marcha. Huye del hogar conyugal porque piensa que todavía puede disfrutar de la vida. Es entonces cuando su esposo se da cuenta de lo que ha perdido y se dispone a recuperar el amor de su mujer contra viento y marea. Aunque sea, regresando su oficio de mecánico y entablando lazos de amistad con el hombre de color que ha comprado la vivienda de su amigo. Influye la presencia de su nieto Terence, con quien inicia la cruzada de la redención.

Hasta entonces miraba para otro lado, aún con evidentes celos. Ahora está dispuesto a cualquier cosa con tal de no perder a Simone. Pero ella sigue amando la aventura con Etienne quien no pierde de vista una amistad forjada tras décadas de en las que han compartido muchas más cosas que la misma mujer. Entonces es cuando la historia se traiciona a sí misma para convertirse en una simplona comedia romántica de la tercera edad. La intención de los personajes y su disposición ante la vida la tenemos que sospechar los espectadores, salvo en el caso de Simone.

Las alusiones a un pasado común son mínimas. Al no profundizar en ellas se crean unas elipsis que obligan a leer entre líneas. Demasiado trabajo para una propuesta que solo pretende entretener. Desde ese punto de vista, el largometraje parece pobre y la canción de Luis Eduardo Aute sería suficiente. Mucho más explícita en un mínimo espacio de tiempo. Con los años vividos el trío protagonista debería ofrecer mucho más. Su bagaje es importante y, sin embargo, todo se reduce a una fotografía poco explícita. Una pincelada de trazo grueso en un cuadro que pudo haber tenido su sitio en un importante museo. Tampoco José Alcalá va más allá de una obra artesana, prácticamente sin localización fija y sin exteriores que aporten algo más de luz a su historia.

From → Cine

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