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El despertar de las hormigas (***)

5 agosto 2019

Por los pelos

En un pequeño pueblo de Costa Rica una mujer es madre de dos hijas, pero su marido quiere tener un varón. Ella es modista y sostiene que ya tiene bastante con su trabajo y el cuidado de sus hijas, especialmente en lo referente a su cabello. Cuando se da cuenta de que su esposo va en serio piensa que algo debe cambiar.

Casi es mayor el número de películas extranjeras rodadas en costa Rica que las producidas en ese país. No es frecuente, por tanto, disfrutar de un largometraje de ese paraíso situado en América Central. Se riza el rizo cuando comprobamos que es el primero dirigido por Antonella Sudasassi Furniss y que posee un innegable atractivo. Aparentemente, es muy sencillo. Tanto, que parece no convencer de inicio. A medida que avanza te sientes atrapado y te unes a la rebeldía que rezuma en lo referente al machismo imperante en la zona.

El relato escrito por la misma cineasta nos presenta a Isa -Daniella Valenciano-, una modista madre de dos hijas, Valery -Isabel Moscoso- y Nicole -Avril Alpiza-. Las tres tienen el cabello largo y exuberante que cuidan al milímetro. No utilizan tijeras, pero cada día deshacen los posibles enredos y lo cepillan con mimo. Componiendo sus trenzas ofrecen tanto la imagen de unidad madre-hija-hermana, como el símbolo velado de una prisión. Su marido, Alcides -Leynar Gómez-, quiere tener un varón, aunque ella piensa que con su trabajo y el cuidado de las chicas ya es suficiente. Cuando su esposo insiste, entonando un machismo exacerbado, pero tradicional en la zona, ella piensa que se deberá tomar alguna medida.

El arranque ya nos adelanta un posible conflicto. Isa hornea un pastel y su suegra le da indicaciones sobre como debiera de haberlo hecho. La protagonista hunde sus manos en el dulce y lo destroza. Mas adelante, reservará parte de los ingresos que obtiene con la costura, cuya caja era saqueada por su marido de manera habitual, para adquirir anticonceptivos. Tomó esa decisión desde el momento en que él insistía en ir a por el hijo varón y su madre inquiría repetidamente para cuando el tercer nieto.

Eso no quita para que el personaje central represente la mujer sumisa y aferrada a la tradición que puede encontrarse en América latina, especialmente fuera de las grandes urbes. Si el cabello es un signo de identidad del filme, conviene recordar que Isa luce una atractiva y larga melena que halaga a diario es porque a Alcides le gusta de esa forma. Evidentemente, el tratamiento que reciben las mujeres es muy diferente al de los hombres. Es la propia sociedad la que ejerce una presión que la directora de esta producción denuncia y la protagonista intenta diluir.

Las hormigas ejercen de metáfora. Cada vez aparecen más en la pantalla. Suponemos y deseamos que también cada vez haya más mujeres que se rebelen contra una tradición impropia y detestable. Como esos insectos eusociales, la película discurre a ritmo lento. Con un buen sonido y una propuesta fílmica muy positiva, el conjunto luce dentro de la fragilidad impuesta por su simpleza. El guion también es ligero en lo que al texto se refiere. Es el mayor defecto de una propuesta que nos permite valorar positivamente a una nueva cineasta y que pone en valor la cinematografía de un pequeño país, aunque haya contado en este caso con la coproducción del español José Esteban Alenda, que junto a su hermano César fue responsable de Sin fin, nominados en su día al Goya en el apartado de mejor actor novel.

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