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Curiosa (**)

10 diciembre 2019

Placeres, versos y retratos

La joven Marie de Heredia se casa por el poeta Henri de Regnier para pagar las deudas familiares. Sin embargo, ella está enamorada de otro vate, Pierre Loüys, y desde el primer momento se convierte en su amante. Juntos establecen un vínculo fotográfico y literario que perdurará en el tiempo.

Nos encontramos con la crónica de una mujer liberada, de vida escandalosa si tenemos en cuenta que la historia transcurre a finales del siglo XIX y primeros del XX. En su primera película Lou Jeunet se basa en la colección de fotografías y cartas que se intercambiaron Marie de Regnier y el poeta y novelista Pierre Loüys, autor entre otros trabajos de La mujer y el pelele, que protagonizaron en su día en el celuloide tanto Marlene Dietrich como Brigitte Bardot.

Para pagar las deudas familiares, Marie -Noémie Merlant- se casa con el también poeta Henri de Regnier -Benjamin Lavernhe-, pero ella de quien verdaderamente está enamorada es del mejor amigo de su esposo, Pierre -Niels Schneider-, erotómano y gran viajero. Un seductor por el que se sentían atraídas las otras dos hijas más jóvenes de Madame Heredia -Amira Casar-, Louise y Hélène. Tras su matrimonio, desde el primer momento, Marie y Pierre se convierten en amantes y ella se ofrece como modelo para las fotografías eróticas del literato quien, no obstante, disfruta de otros amores ocasionales.

El más duradero fue el que mantuvo con Zohra Ben Brahim -Camélia Jordana-, quien le acompañó a París tras una estancia en Argel. Con ella disfrutaban también sus amigos y fue la primera relación lésbica de la protagonista quien, con el paso del tiempo, engendró un hijo de su amante, si bien mantuvo otros amores extramatrimoniales. Su esposo llegó a aceptar de buen grado al niño a cambio de una acción próxima al voyeurismo.

Lou Jenet se entretiene sobre todo en la propuesta erótica del guion. Consigue planos destacables y la primera parte de su trabajo es bastante más atractiva que una continuación más folletinesca y reiterativa. Su protagonista femenina no posee la fuerza liberatoria de Annaïs Nin en la época en que Henry James rondaba por Francia, ni el descenso consiguiente al inframundo a través del sexo. Marie de Hederia se muestra como un personaje escandaloso y enamorado, que da rienda a su satisfacción corporal en la intimidad.

Si se busca la provocación, el objetivo está conseguido, aunque no vaya más allá de unos cuidados encuadres, de una fotografía de Simon Roca que muestra algunos planos notorios y una puesta en escena que se recrea en la desnudez. La secuencia de Henri de Regnier escuchando los gemidos de su esposa haciendo el amor con su mejor amigo es un ejercicio próximo al que puede experimentar un voyeur que, no obstante, se queda cojo por la escasa imaginación del autor.

En el tintero quedan detalles de la biografía del literato que hubieran ilustrado mucho mejor un personaje que se queda únicamente en el lado cínico y sensual. No olvidemos la gran amistad que mantuvo con André Gide, notable defensor de los derechos homosexuales y futuro Premio Nobel. A cambio, nos topamos con una sucesión de encuentros casi clandestinos, muy alejados de la propuesta de David Hamilton cuando se basó en Las canciones de Bilitis, del propio Loüys, para presentar su película más conocida.

Seguramente prohibida en otro tiempo, no deja de ser escandalosa. Sin embargo, no se le puede acusar de doble moral. Si los encuentros sexuales se llevan con discreción, nadie se reprime a la hora de mostrar sus inquietudes. Aunque tienen lugar relaciones puntuales que parecen obedecer a un interés absolutamente erótico, todo lo que sucede es en base al amor que se profesan los personajes incluidos en el guion. Cada uno a su modo, sin obviar un resignado marido que, muy posiblemente, buscase unas experiencias distintas a tenor de la realidad y de los actos de quienes le rodeaban.

From → Cine

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