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Supa Modo (***)

9 julio 2020

Héroes con otra dimensión

Una niña de nueve años se encuentra la fase terminal de su enfermedad. No obstante, ella consigue abstraerse de esa realidad gracias a su afición por los súper héroes. Su mayor deseo consiste en rodar una película en la que ella fuese la auténtica protagonista con sus poderes especiales.

Hasta hace muy poco resultaría muy difícil recordar alguna película de la filmografía auténticamente keniata. A partir de ahora ya tenemos una referencia gracias a Likarion Wainaina, un cineasta nacido en Moscú pero que ha desarrollado toda su carrera en Nairobi, tanto como realizador televisivo, director de cortos e incluso actor. Con su primer largometraje, ayudado en su financiación por la productora del alemán Tom Tykwer, acumula más de cuarenta galardones internacionales y fue seleccionado por su país para optar al Oscar de Hollywood.

Refiere la historia de Jo –Stycie Waweru-, una niña de nueve años quejada de un cáncer terminal. La encontramos en un hospital, junto a otros chavales de pronóstico complicado. Como la mayoría de ellos, es aficionada a las historias de súper héroes. También a las películas de acción llegadas desde Hong Kong y que nos remiten a nombres como los de Bruce Lee o Jackie Chan. La diferencia es que ellos son de carne y hueso y, además, no pueden volar, que es su gran ilusión y un aspecto recurrente en sus sueños.

Cuando los médicos le anuncian a su familia y a su hermana que no hay solución, su madre, Kathryn –Marrianne Nungo-, decide llevársela a casa pese a la oposición de su primogénita, Mwix –Nyawara Ndambia-. Aunque se nos presenta una zona bastante deprimida correspondiente a una pequeña localidad, las tres mujeres disfrutan de una vida desahogada. El trabajo de Kathryn como comadrona, aunque ahora ha dejado de ejercer, le ha permitido, entre otras cosas, sufragar los gastos hospitalarios de la niña.

En su hogar, Jo se encuentra rodeada de posters de sus héroes preferidos, al igual que sucedía en el hospital. Se hace acompañar de un pequeño muñeco de trapo llamado Supa Modo que es su alter ego, el súper héroe que la representa. Le gustaría ir más allá y hacer valer sus poderes como la mejor forma de abstracción de su enfermedad. Aunque su madre intenta ocultarle la gravedad de su estado, ella es plenamente consciente de su situación por mucho que no lo demuestre.

Inicialmente, chocan las otras dos mujeres de su familia. Kathryn es realista y tiene los pies en el suelo. Sabe que está a punto de perder a su hija, a pesar de que ella ha ayudado a traer muchos niños al mundo. Mwix quiere enfrentarse a la realidad, pero también cumplir los deseos de la pequeña para ayudar a que los días que le quedan de vida sean mucho más felices. Paulatinamente, la convence de que tiene poderes. Pagando a otros personajes, Jo da una paliza a unos atracadores y hasta recupera un bolso robado. En casa, llega a mover objetos gracias a la habilidad de su hermana mayor.

Todo eso está muy bien, pero el deseo principal de Jo es protagonizar una película convertida en una súper heroína y utilizar sus poderes mágicos para hacer el bien. Con su madre convertida para la causa, Mwix consigue convencer a todo el pueblo para que colaboren en un film que nos presentará a la protagonista con el traje y el maquillaje correspondiente a su anhelo. Será su canto del cisne particular. No podrá vencer al cáncer, pero su ilusión y su felicidad momentánea compensarán muchos sinsabores.

Aunque las situaciones no resultan novedosas, al igual que el diseño de los personajes, hay una un aspecto más que destacable en este film. Partiendo de la tragedia consigue llenarnos de optimismo. Disfrutamos con las andanzas de Jo sin que podamos evitar las lágrimas por una niña soñadora cuyo final próximo es inevitable. Su responsable ha rodado una propuesta local con un envoltorio muy occidental. Probablemente, debido a que la película surgió en un taller-proyecto que facultaba el aprendizaje por parte de sus mentores para contar historias destinadas a una audiencia internacional.

Sin duda, Likarion Wainaina ha resultado un alumno aventajado en este sentido. En casi setenta y cinco minutos ha contado su historia de forma ligera, sin más pretensiones que narrarla con inteligencia y naturalidad para un público amplio. Se podrían haber redondeado muchos aspectos del film, pero el resultado final es tan entrañable y emotivo que apenas nos permite ver sus fisuras. Un producto encantador, en definitiva, cuyo título y sus correspondientes reclamos publicitarios no nos pueden echar para atrás.

From → Cine

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