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La isla de las mentiras (**1/2)

25 julio 2020

El Titanic gallego

El dos de enero de 1921 un barco con destino a Buenos Aires encalló en la isla de Sálvora dejando más de doscientos cadáveres. No había hombres jóvenes en la isla, que celebraban el Año Nuevo en tierra firme. Solo mujeres, viejo y niños. Tres heroínas lograron rescatar a medio centenar de personas.

Tres kilómetros separan tierra firme de Sálvora, una de las denominadas Islas Atlánticas, enclavada a la entrada de la ría de Arousa. A comienzos de siglo era explotada por los terratenientes que pagaban el cincuenta por ciento de lo cosechado y de los animales que nacían en sus 191 hectáreas. Pertenecía la parroquia de Carreira, la más poblada y rica de la comarca, la mayoría de cuyos habitantes se desplazaban a la ínsula para trabajar. En ella se contabilizaba un censo estable de alrededor de sesenta personas, distribuidas en ocho casas alrededor de la plaza.

El dos de enero de 1921, en una noche oscura de niebla el vapor correo Santa Isabel encalló en sus proximidades. Murieron 213 personas y solo medio centenar pudieron ser rescatadas gracias a la intervención de cuatro mujeres, especialmente tres de ellas, que fueron quienes se lanzaron al mar en una embarcación convencional desafiando los rigores del oleaje. Todas ellas fueron condecoradas y el ayuntamiento de Ribeira recibió por ello el título de muy humanitario. El hecho es conocido como el Titanic gallego.

Esta producción entre argentina, Portugal y España repasa libremente el suceso gracias a un guion coescrito por Luis Marías y su directora, Paula Cons, responsable de un par de documentales. Entre ellos, El caso Diana Quer, 500 días. Al recuerdo del naufragio se suma una de las acciones deleznables que llevaban a cabo los habitantes de la costa Atlántica gallega, especialmente en la denominada Costa da Morte. Los lugareños, en noches lóbregas, ataban luces o antorchas a los cuernos de sus bueyes. Los responsables de los navíos, creyendo que se trataba de un faro, se acercaban demasiado a la costa, encallaban y los vecinos de los alrededores se hacían con el botín que transportaban los barcos y los objetos personales de valor de sus tripulantes y pasajeros.

Esas son las dos aristas más significativas de este relato, que se centra en tres mujeres, María –Nerea Barros-, Josefa –Victoria Teijeiro- y Cipriana -Ana Oca-. El día de autos, además, se produjo una desaparición importante que afectaba a los habitantes del escarpado islote y al marqués que disponía en él más de siervos que de arrendatarios. El farero –Aitor Luna- también tuvo una participación esencial en aquella fecha, cuando la mayoría de los hombres se habían desplazado al continente para festejar el año nuevo.

A ellos se añade la presencia de León –Darío Grandinetti-, que representa a un periodista argentino que llega a la isla coruñesa para escribir un artículo sobre el naufragio. Se encuentra con diversos misterios que debieran ser esclarecidos para encontrar la verdad. Ciertamente, en aquella jornada se concatenaron varias casualidades que provocaron un relato duro, áspero, como la vida y el contorno de Sálvora. El planteamiento del film resulta interesante, proponiendo un thriller que gana en intensidad por el entorno y la personalidad de sus protagonistas.

En el momento en que el cuerpo del hombre desaparecido inicialmente muestra señales de haber sido asesinado, el conjunto pierde fuerza. Como si el globo que se había hinchado, de repente, se suelta de nuestras manos y comienza a serpentear a medida que pierde el aire. Lo que viene a continuación se vuelve predecible y los personajes se debilitan, quedando por debajo de la fortaleza que habían mantenido hasta entonces. Aun así, a pesar de que el rigor histórico es muy discutible, se mantiene en un nivel bastante aceptable.

Destacan la puesta en escena y la interpretación, con un buen ramillete de profesionales gallegos poco habituales en las producciones del resto de España, especialmente en el caso de Nerea Barros. Los diálogos son más discutibles. Buena parte de ellos se muestran forzados. La ausencia de un ritmo continuado, lo que se acentúa tras el episodio mencionado más arriba, es uno de los principales defectos de esta ópera prima. En el otro lado de la balanza destacan la buena recreación de la época y la aportación de Guadi Galego, que interpreta el tema principal del largometraje.

From → Cine

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