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Explota explota (**)

30 septiembre 2020

Recuerdos de la censura

Una joven sueña con ser bailarina en los años setenta y, tras dejar plantado a su novio en Roma, regresa a España donde se emite en televisión un espacio que permite lucirse a su cuerpo de baile. Por una serie de circunstancias consigue entrar en el programa al tiempo que su nuevo amor  es el censor de la cadena.

No desvelamos nada si planteamos de inicio que Explota explota es un musical basado en las canciones que en su día hizo populares Rafaella Carrá, quien por cierto saluda en la película. Solamente eso. Su guionista y director debutante es el uruguayo Nacho Álvarez, nacido en 1988 y que por tanto solo puede haber conocido de oídas los especiales de Valerio Lazarov y aquel descuido de Sabrina, otra transalpina, que en la Nochevieja de 1987 mostró uno de sus pechos a toda España mientras cantaba en playback su éxito Boys.

El playback es precisamente uno de los defectos de esta puesta en escena, que se inicia con un musical sugerente, lleno de colorido, cuyo tema musical, como el resto, fue arreglado por Roque Baños, aunque ha preservado los riffs y las notas características de cada composición. La culpa de todo la tiene María -Ingrid García-Jonsson-, que ha dejado plantado en un altar de Roma a su prometido Massimiliano -Giuseppe Maggio-. En el aeropuerto madrileño, sin dinero y sin un lugar donde acudir, es recogida por una azafata de tierra, Amparo -Verónica Echegui-, quien le da cobijo y le consigue un puesto temporal junto a ella.

María está fascinada por un programa televisivo conducido por Rosa de España -Natalia Millán-, que posee un cuerpo de baile cuyos movimientos conoce de memoria y que en cierto modo recuerdan a las Mamachicho de los inicios de la tele privada. Absorta en puesto de trabajo aparece Pablo -Fernando Guallar-, quien pierde su cartera con la tesis doctoral y que, a su vez, es hijo de Celedonio -Pedro Casablanc-, censor de TVE y quien ansía dejarle su puesto. Compite con el director del popular espacio, Chimo -Fernando Tejero-, tipo que se aprovecha de su puesto con las mujeres que pretenden lucirse ante las cámaras.

El azar facilita que la protagonista haga una prueba para Chimo y posteriormente para Rosa, aceptándola entre los bailarines que arropan a la estrella principal. Mientras, sigue adelante su idilio con Pablo, quien le presenta a Amparo a un cámara llamado Lucas -Fran Morcillo- para que en la primera cita sirvan de carabinas. Lo que desconoce es que su novio se ha convertido en el nuevo censor y será él quien mida el largo de las faldas, evite los escotes y elimine en la sala de montaje los movimientos insinuantes.

El resultado final es un canto al optimismo presidido el buen rollo. Mucho oropel, porque si escarbas te dan cuenta que esta especie de Mamma Mía! a la española se queda muy por debajo. Sin embargo, el espectador sale satisfecho porque se ha entretenido y olvidado durante ciento diez minutos la malicia de estos tiempos. Habrá gozado con una actuación sobresaliente de Verónica Echegui, que sublima el acento andaluz.

Uno piensa que si esta película se hubiera rodado medio siglo antes la hubiera protagonizado Rocío Dúrcal con gran decoro y Gracita Morales podría haberle dado la réplica como su mejor amiga. Al mismo tiempo, Nati Mistral sería una magnífica Rosa de España que, cantando y un poco menos bailando, se quedaba con el personal. Nos conformamos con Carlos Hipólito luciendo como un crooner con peluquín cuando todos esperábamos una estrella invitada con mayor ascendencia musical.

Se podría haber incidido en el asunto de la censura, que permite buscar la exageración de Pedro Casablanc, y profundizar en los derechos y libertades, así como en la igualdad de sexos. No hay caso, solo apuntes para que nada distraiga una historia de amor cogida con alfileres y unos números musicales que respetan sus letras de principio a fin. Bien es verdad que las coreografías son susceptibles de haberse mejorado. Resultan bastante monocordes y se alejan casi siempre de la brillantez. Igualmente, el casting de los actores masculinos tendría haber sido más exigente, pero nada oculta la simparía que derrocha el film y la fantasía que propone con acierto.

From → Cine

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