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Falling (***1/2)

29 septiembre 2020

La tarea de ser padre y esposo

Un granjero tradicional del Medio Oeste, que coquetea con la demencia senil, viaja con su hijo, felizmente casado con otro hombre, para establecerse en California. Es la oportunidad para rememorar el pasado, con los abusos cometidos por un hombre que hace de esa circunstancia su principal razón de ser.

En una atípica edición del Festival de San Sebastián, el neoyorquino Viggo Mortensen, actual compañero de la actriz española Ariadna Gil, recibió el Premio Donostia. Aprovechó para presentar Falling, su primera película como director, un melodrama en el que habla, sobre todo, del patriarcado. Un hombre homófobo, brutal y misógino es, junto a su hijo gay, el eje de una puesta en escena poco convencional.

Nutrida de flashbacks constantes, de los que algunos de ellos pudieran haberse evitado, se centra en unas relaciones paternofiliales difíciles que arrancan desde el instante del nacimiento. Willis -Sverrir Gudnason- le pide perdón a su hijo en la cuna por haberlo traído al mundo puesto que tendrá que morir algún día. Aparentemente, es un marido amoroso, como se aprecia en su relación con la embarazada Gwen -Hannah Gross-.

Pocos años después, su primogénito, el joven John Petersen ve llorar repetidamente a su madre hasta que ésta decide abandonar el domicilio conyugal en compañía de sus dos hijos. Willis encontraría de nuevo el amor en la figura de Jill -Bracken Burns-, quien también le abandonaría tras demostrar un cariño eficiente tanto con sus suegros como con sus hijastros. Soportar a su ex esposo resultaba una tarea harto difícil, debido a su misoginia y su machismo, pese a su adaptación a la granja en la que convivían.

Precisamente, por no poder ocuparse de ella, un octogenario Willis, ahora encarnado por Lance Henriksen, decide ir a vivir a California, donde estará cerca de su hijo John -Viggo Mortensen-, piloto de líneas aéreas comerciales, y de su hija Sarah -Laura Linney-. Así arranca esta propuesta, que parece rendir homenaje por momentos al cine de Terrence Malick al tiempo que arriesga por una puesta en escena clásica, apoyada en la fotografía llena de matices de Marcel Zyskind. Lo demás, corre a cargo del responsable del film, incluido el guion y la banda sonora. No ejerce de Juan Palomo puesto que tiene mucho que decir y su relato es tan ecléctico como su propia relación con el mundo artístico. A las actividades anteriormente citadas hay que incluir la de pintor abstracto, fotógrafo y poeta.

Las desavenencias entre el padre, que muestra una evidente demencia senil, y su hijo quedan claras desde el primer momento. Máxime, cuando aquel se reencuentra con el marido de John, un enfermero de ascendencia oriental llamado Eric -Terry Chen-. Le reprocha constantemente que sea gay, aunque se muestra cariñosa con su hija adoptiva, una niña de procedencia hispana. Su acritud se eleva todavía más en un almuerzo familiar en el que están acompañados por Sarah y sus dos hijos. La mayor, con un piercing que su abuelo detesta, y el pequeño con el pelo vestido de azul.

Durante esa reunión salen a relucir hechos escabrosos del pasado, y a partir de ese momento es cuando la propuesta de Mortensen, hasta ese instante absorbente y prácticamente irreprochable, comienza a mostrar ciertas deficiencias. Hay aspectos que no termina de concretar claramente por mucho los insinúe, abusa de los flashbacks y llega a un desenlace ligeramente caótico que hubiera exigido la presencia de algún detalle que, sin duda, se habrá quedado en la sala de montaje.

Un debut prometedor, aunque su responsable ya es sexagenario. Una historia competente narrada de una forma original, por momentos brillante y con fortalezas que se advierten desde el inicio. Hace gala de la propia personalidad de un Viggo Mortensen que se luce como actor en un papel contenido que ejerce de perfecto contrapunto al de un Lance Henriksen que cuaja la mejor interpretación de su carrera y una de las más brillantes del año. John se prometió que no alzaría la voz estando con su padre y los hechos aventuraban que no pudiera cumplirlo. Prueba superada con éxito mientras se permitía el lujo de contar con algunos amigos, como la presencia de David Cronenberg en el papel de proctólogo, lo que permite una de las escasas bromas, por no decir la única, que alberga esta producción.

From → Cine

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