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Beginning (Dasatskisi) (***)

4 diciembre 2020

Dudas y más dudas

Un grupo extremista ataca una comunidad de Testigos de Jehová en un pequeño pueblo de Georgia. Mientras la policía insta al líder religioso a que borre las cintas que delatan a los culpables, su esposa se desmorona paulatinamente y en su interior crece la lucha por encontrar sentido a sus deseos.

Esta ópera prima de la georgiana Dea Kulumbegashvili fue la gran triunfadora del pasado Festival de Sebastián al adjudicarse la Concha de Oro y también las de plata a la mejor actriz, dirección y guion. Vaya por delante que, aunque se trate de una obra singular, su estreno hubiera sido mucho más reducido de no haber alzada con esos galardones. Probablemente, el de mejor film sea extraño en un certamen de máxima categoría, si bien hubiese triunfado sin paliativos en cualquier otra convocatoria de menor relieve.

El guion es un cúmulo de ideas que se desarrollan de forma tan pausada que a veces puede llevar la desesperación al patio de butacas. Combina de forma admirable la intolerancia, la relación entre padres e hijos, la libertad, los abusos sexuales y la religión. Pero, sobre todo, plantea dudas, especialmente la que tiene su protagonista, Yana -Ia Sukhitashvili- con respecto a la educación de su hijo y a su propia realidad.

Dejó su carrera como actriz para casarse con David -Rati Oneli-, misionero de los Testigos de Jehová. Viven con su hijo en un tranquilo pueblo de Georgia y vemos un primer plano secuencia de más de siete minutos como la gente llega al oficio religioso y David, apoyándose en un video, habla del sacrificio que estaba dispuesto a llevar a cabo Abraham por mandato divino. El pasaje puede servir también para el cristianismo, el judaísmo y otras religiones. Lo que se desprende es la idea de hasta donde podemos llegar si estamos dispuestos a quitar la vida a nuestro propio hijo.

Kulumbegashvili juega de forma admirable con las luces y las sombras. Es un ejercicio visual atractivo que anticipa la norma de su propuesta. Durante dos horas las imágenes se elevarán de forma contundente, aunque a un ritmo tan lento que abonan la senda hacia el desinterés. Esa primera secuencia termina con un atentado a cargo de un grupo extremista que da como resultado el incendio devastador de la iglesia.

El detective encargado de la investigación -Kakha Kintsurashvili- solicita a David que borre la cinta que delata a los culpables, pero él no quiere. Es bueno recordar que su comunidad es vista como una especie de secta en un ambiente predominantemente ortodoxo. Desde ese momento, Yana se convierte en protagonista. Tiene una dura escena con el policía en su propia casa, siente la llamada de recuperar su antigua profesión y las dudas sobre la educación de su hijo van en aumento. ¿Deberá inculcarle los preceptos de la religión paterna o será preferible optar por un sistema más abierto?

Beginning está llena de vacilaciones, pero solamente de cara al espectador. Es la película que ha querido hacer su directora y en ese aspecto no se aprecia una sola indecisión. Es una propuesta que huele a veteranía y que, en ningún caso, parece responsabilidad de una debutante. Los planos secuencia son larguísimos y, en ocasiones, parece que no sucede nada. Sobre todo, cuando Yana aparece en pantalla. Sentada en una silla, parece más una pintura que no tiene continuidad. No hace otra cosa que reflejar su estado de ánimo, y como titubea ante el presente y lo que le puede deparar el futuro.

Se trata de una obra calculada milimétricamente, en la que nada se ha dejado al azar. Sin embargo, la propia naturaleza de su puesta en escena puede provocar rechazos. Es perfectamente entendible, porque la película gusta sin reparos o facilita la somnolencia. Todo es cuestión de profundizar en lo que cuenta y dejarse atrapar por cómo se cuenta.

From → Cine

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