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El olvido que seremos (**1/2)

7 May 2021
El olvido que seremos

Historia de un hombre bueno

Narra la vida del médico Héctor Abad Gómez, carismático líder social, hombre de familia y activista por los derechos humanos en el Medellín polarizado y violento de los años 70. En su casa se respiraba la vitalidad y la creatividad características de una educación fundamentada en la tolerancia y el amor.

La novela autobiográfica escrita por Héctor Abad Faciolince es uno de los éxitos editoriales más reconocidos de la literatura iberoamericana en lo que va de siglo. Esta obra, que exalta la devoción de un hijo hacia su padre, ha superado solamente en Colombia los doscientos mil ejemplares vendidos. Se centra en la figura del médico Héctor Abad Gómez –Javier Cámara-, acribillado a balazos cuando se presentaba a la alcaldía de Medellín por el Partido Liberal.

El título responde al primer verso de un soneto atribuido a Jorge Luis Borges encontrado en la americana del protagonista tras su fallecimiento. Con anterioridad, se repasa en una historia río como era su vida familiar y profesional cuando el autor del relato era todavía un crío. El único varón de seis hermanos. La relación estrecha con su padre se evidencia a lo largo de poco más de una hora de proyección en la que se pone de manifiesto la bondad del protagonista, tanto en el hogar como fuera de él.

No ejerció demasiado la medicina. Se cuenta que el primer paciente al que operó de vesícula falleció a los cuatro días. Sin embargo, dejó huella como docente. Lo suyo no era responder a las preguntas de sus alumnos, sino plantearlas. Además, estaba obsesionado por los derechos humanos y la igualdad entre los distintos estratos de la población en una época en la que había mucha diferencia de clases en Medellín y, por extensión, en toda Colombia.

La película ganó el Premio Goya al mejor film iberoamericano, clausuró San Sebastián y fue seleccionada por Colombia para optar al Oscar de Hollywood. Su director, Fernando Trueba, ha optado por algo inusual que es ofrecer las secuencias del tiempo actual es blanco y negro, recurriendo al color los pasajes de la niñez de Héctor, que entonces atendía por Quiquín, que pasó de ser interpretado por Nicolás Reyes Cano a Juan Pablo Urrego. De esta forma usa el bicolor para centrarse en el período de oscurantismo que sacudía un país polarizado.

Aunque no se trata en el film, los capos de la droga imponían su ley y los escuadrones de la muerte habían hecho pública una lista de posibles víctimas en la que figuraban nombres de políticos, activistas por los derechos humanos, sindicalistas y hasta artistas de la talla del músico Carlos Vives. Cuando Héctor regresa de Italia, donde estudiaba literatura, para asistir al homenaje de su padre tras su forzada jubilación, se encuentra un país muy distinto, con los nervios a flor de piel y construye su epicentro en torno a un hombre bueno.

Eso fue Héctor Abad. Bueno con la familia, en su actividad docente y no menos compasivo con la desigualdad social. Según se cuenta, fue él quien llevó la vacuna del tifus al país. Con todo, se conforma un relato que su responsable narra con oficio. Las lagunas del guion de David Trueba, algunas indefiniciones, y la ausencia de la magia del texto literario evocan una gran producción televisiva que, teniendo en cuenta que se extiende hasta las dos horas y cuarto y que muestra algunos claroscuros por omisión, podría haberse ido hasta los tres capítulos.

Fernando Trueba ha encontrado un vehículo que le satisface y se nota. Aunque la esposa del médico era sobrina del arzobispo y contrató a una monja para que se ocupara de la educación de los dos hijos pequeños, Héctor Abad Gómez no iba a misa ni estaba integrado en la religión. Para definir sus creencias utiliza un símil de su profesión: en el lado izquierdo, tengo el corazón; en el centro está el cerebro; y en el lado izquierdo la bilis que provoca la irascibilidad.

Abad Faciolince habla de su padre con devoción y admiración. Sin embargo, no se explica adecuadamente el distanciamiento que tiene lugar cuando regresa de Italia. Se convierte en un testigo y su implicación es mínima. Se sabe que todo cambió en el hogar paterno tras el fallecimiento de una de sus hermanas a causa de un melanoma. En la parte de blanco y negro todo se acelera y contrasta con las imágenes masticadas de la infancia del novelista.

From → Cine

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