Saltar al contenido

Billy Lynn (Billy Lynn’s Long Halftime Walk) (***)

27 enero 2017

Una patrulla norteamericana sobrevive a un ataque en Irak, pero las cámaras captan a uno de sus componentes, Billy Lynn, arrastrando a su sargento moribundo lejos de las balas. Durante un corto período en el que regresan a casa, son tratados como héroes, pero también como comparsas mientras se disputa un partido de fútbol americano.

El mundo del cine está plagado de buenas intenciones, la mayoría de las cuales no llegan a buen término. El taiwanés Ang Lee, director de éxito gracias a filmes como Brokeback Mountain o La vida de Pi, y de sonoros fiascos como Hulk, pretende mostrar muchas cosas en la historia de un soldado de 19 años surgido de la imaginación del novelista Ben Fountain, pero no acierta en el conjunto, componiendo un relato desmadejado, con un acervo crítico importante pero que se diluye en el maremágnum de su exposición.

El debutante Joe Alwyn encarna a Billy Lynn, un soldado texano destinado a Irak, que forma parte de la patrulla Bravo. Durante un acto de servicio, una cámara le filma por casualidad cuando rescata del fuego cruzado al sargento Shroom –Vin Diesel-, que previamente había resultado gravemente herido. El hecho convierte a los componentes de su pelotón en auténticos héroes que, cuando regresan a casa con un corto permiso, son agasajados por el dueño del equipo de fútbol americano, Norm Oglesby –Steve Martin- para que participen en los actos lúdicos durante el intermedio.

El relato es el de un día en la vida del protagonista, desde que se despierta y se reúne con sus compañeros a las órdenes del sargento David Mine –Garret Hedlund- hasta que, al concluir la jornada, retornen a la base la víspera de regresar a Irak. Acompañados por un eficiente pero poco lúcido Josh –Ben Platt-, encadenando recepciones, agasajos y desfiles como si constituyeran un número de circo, Billy va repasando el duro episodio en Oriente Medio, al tiempo que mantiene conversaciones telefónicas con su hermana Kathryn –Kristen Stewart-, la razón principal por la que se alistó en el ejército, ya que necesitaba dinero para reconstruir su cara, y quien ahora le insta a que visite a un psiquiatra para conseguir que le avalase una salida digna de las fuerzas armadas.

El argumento plantea varios frentes que mezclan de una forma poco eficiente los episodios bélicos con la actualidad. Por ejemplo, se refiere al trato de héroes que el pueblo norteamericano concede a sus combatientes en el extranjero, lo que no dejan de ser salvas al rey, puesto que ni se imaginan el calvario que sufren sus tropas. Todo es oropel de puertas para afuera, e incluso no tanto, si tenemos en cuenta los personajes que se divierten a costa de quienes dan la vida por su país. Solo hay que ver la predisposición de las cheerleaders para con los soldados y las reacciones de sus vecinos de asiento.

Otro aspecto a discutir es el dela parafernalia que rodea los acontecimientos deportivos de mayor índole y el sentido del espectáculo que les rodea. Los componentes de la patrulla Bravo se visten con su traje de gala, pero los responsables televisivos consideran que ofrecen un aspecto poco emotivo, por lo que les obligas a enfundarse el uniforme de campaña y les ordenan que efectúen ciertos movimientos mientras destaca la actuación de Destiny’s Child, con una Beyoncé a la que nunca llega a vérsele el rostro ni tampoco a su presunta doble. Las lágrimas de Billy Lynn durante los actos son elocuentes, aunque probablemente un poco exageradas.

Con todo ello, se plantean decisiones y paradojas. El protagonista deberá elegir entre regresar a Irak, subirse al automóvil de su germana para visitar al médico que puede licenciarle, o pasar un rato de asueto con Faison –Mackenzie Leigh-, una guapa animadora. Cada uno de sus compañeros muestran igualmente sus dudas, como Mango Montoya –Arturo Castro-, quien llega a plantearse si se está más a gusto en casa o en el frente. También hay espacio para sacar rendimientos económicos a cualquier situación medianamente popular. De eso se encarga Albert –Chris Tucker-, una especie de manager de los Bravo, que intenta sellar un acuerdo para filmar una producción en Hollywood basada en los acontecimientos popularizados por las imágenes en las que Billy Lynn trata de rescatar a un sargento Shroom al que no se le extrae suficiente partido. Ni a él como personaje ni a Vin Diesel como actor.

Kriten Stewart se eleva muy por encima de sus compañeros de reparto, entre los que hay que destacar a cómicos habituales, como Steve Martin o Chris Tucker desenvolviéndose con soltura en papeles dramáticos. A cambio, el mayor pero es que todas las denuncias, metáforas o críticas que aporta el film han sido mostradas anteriormente en la pantalla con mayor rotundidad y acierto. Quizá no todas juntas, pero hubiera sido preferible no haberse dispersado tanto para ofrecer un producto que llegase mucho más al espectador. Esa falta de cohesión produce un efecto artificial y cansino que no merece la puesta en escena de Ang Lee, quien ayuda a digerir mucho mejor este espectáculo, a veces infantil, que recorta sensiblemente el dramatismo bélico.

From → Cine

Deja un comentario

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.