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The Wonderland (**1/2)

27 diciembre 2019

The Wonderland – Un mundo sin color

Una chica con escasa confianza en sí misma es contactada el día antes de su cumpleaños por un misterioso alquimista que dice proceder de un universo paralelo. En el País de las Maravillas la muchacha es reconocida como una deidad y confían en ella para salvar al mundo de la perdida de los colores.

El mundo del anime cinematográfico tiene sus referencias, especialmente Hayao Miyazaki, y parece que todos pretenden acercarse a ellas, pero ninguno lo logra. En el Mundo occidental todos quieren ser Pixar y tampoco lo consiguen. En ese aspecto encontramos la última propuesta de Keiichi Hara, el cineasta que nos descubrió a Sin Chan, tanto el plasma como en el celuloide. Se basa en una narración infantil de Sachiko Kashiwaba, publicada a finales del siglo pasado.

El cuento bebe en las fuentes de Alicia en el País de las Maravillas, por cuando una muchacha tiene que atravesar el umbral que la separa de un mundo paralelo. En él, se le identifica con la Diosa del Viento Verde y es la gran esperanza para que ese universo no pierda su color a consecuencia de la escasez de agua. Este último aspecto parece algo más que una constante en el cine de Hara si tenemos en cuenta que su mejor trabajo hasta la fecha se titula Colorful.

En el texto llevado a la pantalla podemos encontrar diversas referencias de los clásicos de la literatura infantil. Sin ir más lejos, Sabemos que la heroína, Akane, es la elegida, porque su mano se queda atrapada en una especie de molde, recordando a la espada Excalibur. Además, tendrá que despertar a un príncipe para conseguir su cometido. Siempre a través de una aventura plena de matices cromáticos que no da la sensación, salvo por lo que se dice, de que los colores están a punto de palidecer.

Akane es una chica que no muestra demasiada confianza en sí mima. Un día, su madre Midori le encarga un recado en casa de su tía Chi, propietaria de una tienda de antigüedades. En ella es donde se queda atrapada la palma de su mano, lo que hace aparecer del sótano a un tipo de traje negro, gafas y un extraño sombrero que dice proceder del otro mundo. Se presenta como Hipócrates, el alquimista, y le acompaña Pipo, una suerte de elfo pelirrojo con capa que puede volar sin alas o, al menos, dar saltos importantes.

Hipócrates es alguien muy respetado en el otro universo, lo que puede comprobar Akane cuando decide seguirle. Más que nada, porque el alquimista le proporcionó un amuleto que le hace imposible retroceder cuando debe avanzar. A última hora, se cuela también Chi, decidida a proteger a su sobrina. Un viaje peculiar en el que deben de salvar al mundo, aunque no se trate esta vez de desactivar una bomba nuclear o cualquier otro mecanismo que desemboque en la autodestrucción.

La protagonista del Lewis C. Carroll pasaba a través de un espejo, y la de Hara lo hace descendiendo al sótano. En ambos casos se encuentran con un universo tan vistoso como colorista. Lástima que en este caso nos quedemos sin esos personajes tan sugerentes que rodeaban a Alicia, como el Sombrerero Loco, el conejo blanco, la Reina de Corazones, o el gato de cheshire. En este caso, el felino, que se identifica con el que tiene Akane en el mundo real, suena a poco original.

Esa es una constante a lo largo del filme que, al fin y al cabo, apuesta por un relato de iniciación. Las mayores novedades podemos encontrarlas en los fondos, siempre buscando simetrías y líneas rectas en lo posible. Demasiada molestia se ha tomado en los decorados teniendo en cuenta que la historia no se encuentra a su altura. Para dirigirse al público infantil, pesan los ciento quince minutos de duración, mientras que para el sector juvenil, o el adulto, se trata de una narración demasiado plana que en ningún momento llega a captar un interés máximo. Incluso, los peligros a que se enfrenta Akane se nos antojan demasiado simple. El mayor contratiempo es cuando es cuando uno de sus acompañantes queda convertido en mosca.

Para este largometraje, Keiichi Hara contó con dibujante ruso Ilya Kuvshinov. Su aportación se deja sentir en ciertos personajes, principalmente, los del mundo paralelo. Tanto Akane, como sus compañeras de instituto muestran un diseño clásico, más cerca de lo antiguo. Son las clásicas figuras de anime repetidas hasta la saciedad. Resultan más originales el resto de propuestas, aunque en todas ellas siempre se pueden encontrar referentes más o menos populares.

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