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Reina de corazones (Dronningen – Queen of Hearts) (***1/2)

27 febrero 2020

La esposa insatisfecha

Una exitosa abogada vive sin agobios junto a su marido y sus dos hijas. Cuando aparece el díscolo hijo del primer matrimonio de su esposo la armonía familiar se resquebraja. Ella, aun sabiendo que no es una decisión acertada, inicia una tórrida relación con el joven que tendrá consecuencias demoledoras.

Hay que encontrar las razones por las que una mujer entrada en años pone en peligro una existencia estable. Se trata de una abogada de éxito cuya tranquila vida se ve alterada por la llegada del hijo del anterior matrimonio de su esposo, todavía menor de edad. Pocas actrices, a punto de llegar al medio siglo de vida se desnudan emocional y físicamente con tanto acierto como Trine Dyrholm en esta película. La conocimos en Celebración -1998 y su figura se hizo popular gracias a la oscarizada En un mundo mejor -2010-. Nunca ha rehuido papeles variopintos y siempre exigentes.

Si en el film de Susanne Bier entablaba una amistad con un joven mientras se resolvía su divorcio, en esta ocasión va mucho más allá. Su objeto de deseo es el primer hijo de su esposo Peter -Magnus Krepper-, un reputado físico. Aparentemente, nada hace pensar al inicio que se pudiera llegar a esa situación. Gustav -Gustav Lindh- es un muchacho díscolo al que su madre biológica no puede dominar. Se plantea la idea de un internado, pero deciden que pase el estío en casa de su padre. Una forma de ver su comportamiento antes de que llegue a la mayoría de edad.

Sus dos hermanastras, Fanny y Frida le adoran, y él se aplica en la lectura de Alicia en el país de las maravillas, lo que cada noche llevaba a cabo Anne -Trine Dyrholm-. A lo largo del recitado y del desarrollo del guion, se advierten ciertas concomitancias entre esta triunfante letrada y la Reina del relato de Lewis Carroll, de ahí el título original, Dronningen -reina-, completado para su estreno fuera de Dinamarca, país que la seleccionó sin éxito para el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.

En su tercer largometraje, la nórdica de origen egipcio May el-Toukhy explora los motivos por los que una mujer madura y de vida sin sobresaltos llega a una situación que ella misma es consciente de que debiera haberse evitado. Se producen una serie de confluencias que determinan la relación incestuosa. Anne tiene que lidiar a diario con jóvenes lastimados o que sufren abusos paternos. Una situación que la lleva al límite. Se demuestra cuando impone su voz a un acusado declarado inocente de malos tratos.

Esos escenarios la enervan, y no encuentra en casa el desahogo necesario. Las relaciones con Peter son rutinarias. Sus besos no albergan pasión y se siente frustrada, aunque acepte ese contexto. Cuando Gustav aparece en escena pensamos en un camino muy diferente. El muchacho siempre muestra el entrecejo fruncido y parece más próximo a la delincuencia que a integrarse en la familia. Incluso, llega a robar en la apabullante mansión de estilo modernista de su padre fingiendo que ha sido una acción protagonizada por agentes exteriores.

Hay un pasaje trascendental. Gustav, que vive su vida sin importarle los demás, se lleva a su habituación a una chica de vestimenta provocativa. Anne escucha los jadeos de la joven y termina desplazándose a su habitación para, frente al espejo, desnudarse y comprobar que su cuerpo sigue siendo apetecible. Desde ese momento, los encuentros huraños entre ella y su hijastro comienzan a mutar por roces más cariñosas que desembocan en una tórrida relación. Dyrholm se entrega a su personaje tanto como Anne a Gustav.

Apoyada en una partitura suave, y en ocasiones inquietante, de Jon Ekstram, la propuesta camina decididamente al melodrama. May el-Toukhy coloca la cámara con tacto, aunque no suponga el elemento más reseñable. Su trabajo es demasiado convencional en ocasiones, lo mismo que el guion, con situaciones tan manidas como la del esposo engañado que llega a su casa antes de tiempo. Detalles que conforman la barrera entre una buena película y una magnífica producción.

La acción transcurre casi siempre en interiores, o en la finca de los protagonistas. Ni un solo plano de Copenhague con la intención de profundizar en el mundo interior de su protagonista. Que el relato sea tan obsesivo e incómodo como las imágenes que se muestran. Se consigue en parte. Las relaciones sexuales de la protagonista con el padre y el hijo difieren en buena parte por las bofetadas que ella le propina s su marido en plena excitación. Es fuerte y débil al mismo tiempo. Puede con todo y está a punto de desmoronarse. Su frustración la desvía al sexo. Es su auténtica válvula de escape por mucho que sepa que sus actos son contra natura y que nunca debieron ocurrir. Simplemente, sucedieron.

From → Cine

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