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El último arquero (**1/2)

20 julio 2020

Recuperando la memoria

La nieta del acuarelista canario Alberto Manrique y de la violinista Yeya Millares lleva a cabo un intimista viaje al pasado para contarnos episodios familiares. Los recuerdos marcan este trabajo, que se nutre de cintas de súper 8, así como de los diarios y de declaraciones de su abuela.

Manrique es un apellido muy relacionado en las islas Canarias con las actividades artísticas. En el caso del gran canario  Alberto Ignacio Manrique de Lara Díaz nos encontramos con un excepcional acuarelista, que sublimó la técnica del pulverizado, permitiendo que sus obras muestren unos efectos visuales difícilmente vistos hasta entonces en ese tipo de pintura. A ello se une una perspectiva deformada que le proporciona un toque todavía mayor de originalidad. Tras el terremoto define muy bien su estilo y no en vano, junto con uno de sus más reconocibles autorretratos, es un recurrente en este documental.

Ha sido su nieta, Dácil Manrique de Lara quien se ocupado de poner en pie este trabajo. Por cuestiones familiares que se relatan en el film, la cineasta se trasladó desde muy niña a casa de sus abuelos, que ya habían criado una familia muy numerosa. Tras un infarto cerebral en la última década del siglo pasado, cuando el artista estaba próximo a ser septuagenario, perdió la mayor parte de su remembranza. Ese fue el detalle que impulsó a Dácil para elaborar esta puesta en escena. Deseaba, de alguna forma, recuperar la memoria de su abuelo cuyo arte goza de muchas virtudes, incluso del poder de sanar.

El relato es muy intimista. Más que nada, una reivindicación familiar efectuado con un evidente cariño al margen de una enorme nostalgia. Alberto Manrique falleció durante la elaboración de este documental en el que la autora aparece de espaldas, trabajando en su proyecto y recurriendo a la voz en off para separar los distintos pasajes. Hay mucho material de súper 8, y también de fotografías, que sirven para hilvanar la vida familiar del artista y destacar las características de su obra. Se completa con las aportaciones de su viuda, la violinista Yeya Millares, hija de un artista multidisciplinar, así como también de sus propias declaraciones a cámara, al margen de otras personalidades que tuvieron que ver en vida con el personaje central.

El título de este trabajo proviene del grupo llamado LDAC (Los Arqueros del Arte Contemporáneo), del que Alberto formó parte junto a Felo Monzón, Juan Ismael y su cuñado y coetáneo Manolo Millares. Surgió en 1950, después de haber iniciado su colaboración en Planas de poesía con el que llevó a cabo diversas actividades culturales en el archipiélago. Aunque ha destacado sobre manera por sus acuarelas, Alberto Manrique se aplicó igualmente en otras facetas de las artes plásticas después de que, inicialmente, hubiera compaginado la vocación con su profesión de arquitecto técnico.

El film rebosa pasión, aun con el distanciamiento propio de una biografía sobre alguien ya desaparecido. Dácil muestra su amor por sus antepasados e intenta, por todos los medios, recuperar la memoria perdida por su abuelo, como si se tratase de un cirujano que pretende restañar las consecuencias del olvido. Posee un gran valor intrínseco en este sentido, aunque derive hacia lo local y, especialmente, a lo personal. Cualquier persona podría sentirse honrada si fuera protagonista de un trabajo de estas características, que ayuda a su inmortalidad y sobre, todo, demuestra un cariño y una admiración digna de aplaudo.

From → Cine

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